Diciembre 2015



19/12/2015

NOTICIA. El 18/12/2015, el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU), alcanzó un consenso unánime para poner fin al conflicto sirio.

Comentario

Siria y el triunfo de los principios fundacionales de la ONU

La resolución 2254 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU) el 18/12/2015, establece la hoja de ruta para poner fin al conflicto interno sirio, y unir fuerzas para combatir al terrorismo yihadista. Los principales puntos de la resolución son:
- Se hace un llamamiento a un cese el fuego y al inicio de un diálogo formal con miras a una transición política a partir de enero de 2016.
- Excluye a grupos calificados como "terroristas" señalando expresamente al Estado Islámico y el Frente al Nusra, considerado el brazo sirio de Al Qaeda.
- Prevé la continuación de "acciones ofensivas y defensivas" en contra de esos grupos.
- Establece que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, presente el 18 de enero un informe acerca de cómo hacer seguimiento del cese el fuego.
- Fija como meta el establecimiento en el plazo de seis meses de un sistema de gobierno "creíble, inclusivo y no sectario".
- Se propone la realización de elecciones "libres y justas", bajo supervisión de la ONU en el plazo de 18 meses.
- Señala que la transición política debe ser dirigida por los propios sirios, haciendo hincapié en que la nación "decidirá el futuro" de su país.
- Exige el cese de los ataques a la población civil y todas las facilidades para garantizar la asistencia humanitaria a las víctimas de los enfrentamientos.
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La unanimidad en la aprobación de la resolución 2254 del CSNU supone un cambio fundamental, pues es la primera vez que el CSNU se pone de acuerdo para diseñar una hoja de ruta sobre la crisis en Siria, y declara institucionalmente una guerra abierta de la ONU contra el terrorismo jihadista.
La resolución coloca a la ONU en el centro de la mediación de la hoja de ruta acordada, mantiene el principio de la integridad territorial Siria y establece como marco institucional del Estado Sirio su carácter laico con respeto a todas las confesiones religiosas y creencias, lo cual, supone de facto unas líneas rojas para frenar a Turquía en sus ambiciones sobre partes del territorios de Siria, y para Arabia Saudita en su afán de instaurar un Estado wahabista en Siria.
Estas líneas rojas ya quedaron claramente establecidas previamente con la aprobación el 17/12/2015, de la resolución 2253, también por unanimidad del CSNU, preparada por Rusia y Estados Unidos para combatir la financiación y logística del Estado Islámico (EI),  Al Qaeda y "a los individuos, grupos, empresas y entidades relacionados con ellos", y por la que los países de todo el mundo deben impedir el suministro y la transferencia directa o indirecta de las armas destinadas a estos individuos.
Además, la resolución se fundamentó en el Capítulo VII de la Carta de la ONU, lo que significa que las medidas indicadas en el documento son de cumplimento obligatorio para todas la naciones y, de forma singular, en la aprobación de la resolución estuvieron presentes los representantes financieros de las naciones que componen el CSNU.
En la interpretación de Rusia expresada  por el ministro de asuntos exteriores Serguéi Lavrov, la operación aérea rusa en Siria, iniciada a petición de Damasco, "ha contribuido a cumplir esta tarea". Ahora, "Todos coincidimos en que terroristas de toda laya y aquellos que admiten una solución militar no tienen cabida en la mesa de negociaciones", y que el Consejo de Seguridad debe “salvaguardar la soberanía de la República Árabe Siria", y la autodeterminación del pueblo sirio. "Solo el pueblo sirio tiene derecho a decidir su destino".
Para Lavrov la votación unánime del CSNU debe allanar el camino a la formación de un amplio frente antiterrorista basado en la Carta de la ONU y apoyado en todas las fuerzas que combaten el terrorismo sobre el terreno, incluido el Ejército de Siria, las milicias kurdas y los grupos armados de la oposición patriótica siria, debiendo preservarse el Estado único, laico, pluriconfesional y multiétnico y seguro para todos los grupos de la población de Siria.

Esta resolución, de la que Rusia y EEUU han sido sus artífices, es un paso importante, no solamente en lo que concierne a la posible solución del conflicto sirio en consonancia con las normas internacionales, sino que supone también un avance en la construcción del mundo multipolar y en devolver  a la ONU el desempeño de ser el centro de equilibrio entre potencias, cuestión que se corresponde con los principios del orden de posguerra, obligando a las potencias que han venido pretendiendo reformular el orden mundial para la instauración de un mundo unipolar regido por EEUU, a retroceder en sus ambiciones.
Los reclamos de imponer desde fuera la exclusión del actual presidente sirio Al Asad, expresado por los representantes de las potencias occidentales, suena retórico frente al texto de la resolución 2254 del CSNU, en la que se ha impuesto el derecho a la autodeterminación del pueblo sirio, y resultan también improcedentes en la consideración que se hace en la resolución de luchar contra el terrorismo en Siria, cuando es el Ejército Árabe Sirio sobre quien descansa la parte más importante de esa lucha, y del que Al Asad, después de cuatro años de guerra, es su líder indiscutible.

EEUU, ha realizado un gran esfuerzo por no perder el liderazgo en la región del Próximo y Medio Oriente, pero está vez saludablemente apostando por la Paz en lugar de por la guerra, llegando a acuerdos con Rusia para poner freno a las persistentes ambiciones desestabilizadoras de sus belicosos aliados en la región, principalmente en el caso sirio, de Arabia Saudita y de Turquía, país este último, al que el 18/12/2015, el propio presidente Barack Obama, instó a respetar la soberanía y la integridad territorial de Irak, retirando las tropas turcas del territorio iraquí para reducir la tensión entre Ankara y Bagdad.
Los incansables esfuerzos del secretario norteamericano de Estado, John Kerry, con su homónimo ruso, Serguéi Lavrov, para que Rusia y EEUU llegaran a un acuerdo para que ganara la paz en la atormentada región del Próximo y Medio Oriente, son loables por parte de ambos. John Kerry, ha sacado a EEUU de la situación de empantanamiento y desconcierto en la que se encontraba en la región después de 15 años de guerras, y con unos aliados como Turquía, Arabia Saudita e Israel que, si en los inicios del siglo, en la estrategia estadounidense de dominar esa parte del mundo, los consideraba como países a utilizar en su confrontación contra Irak, Siria e Irán, en la actualidad, EEUU era el que se había convertido en rehén de las ambiciones expansionistas de esos países, lo que le situaba en una situación de guerra permanente sin ningún resultado.
John Kerry, contribuyó a desactivar el contencioso iraní, alimentado por Israel y Arabia Saudita para arrastrar a EEUU a una guerra contra ese país y, ahora, ha conseguido contener y meter en cintura  a Turquía y Arabia Saudita a través de las resoluciones del CSNU. El creciente protagonismo de Rusia y el Ejército Árabe Sirio en la lucha contra el Estado Islámico estaba situando a EEUU fuera de juego en la región, y la política de persistir en la desestabilización le arrastraba a EEUU a tener que llegar incluso a una confrontación directa con Rusia en Siria, cuestión deseada por Turquía y Arabia Saudita, lo que hubiera colocado al mundo ante una posible escalada militar de impredecibles consecuencias, aunque al final y como salida a esa situación, el camino hacia la paz y la derrota del Estado Islámico se ha impuesto como el más adecuado para los miembros del CSNU.

La denominada eufemísticamente como “primavera árabe” apoyada y fomentada en años pasados por las potencias de la OTAN en colaboración con los elementos wahabistas más fundamentalistas del Islam, ha obtenido unos resultados desastrosos, que se pueden resumir: 1. Ha sumido a los países de tradición laica, como Túnez, Libia, Egipto, Siria e Irak en un desestabilización de muy difícil y prolongada solución; 2. los grupos jihadistas han cobrado una fuerza y autonomía, particularmente el Estado Islámico, que representan una sería amenaza para la paz mundial; 3. La desestabilización ha creado una grave crisis social y de seguridad en materia de orden público, que ha llevado a crear una ola de refugiados hacia Europa sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero las potencias y medios de comunicación responsables de avivar en el pasado los conflictos ahora se niegan a asumir sus responsabilidades, y su fracaso lo encubren bajo el manto de una casual fatalidad del destino, cuando ellos han contribuido dramáticamente a ese fatal destino.
Aunque lo importante es que, de nuevo, se demuestra que el camino de la paz es el acertado y hay que construirlo bajo los principios fundacionales de la ONU, tal y como lo entendieron en su día quienes los redactaron y aprobaron, tras sufrir la amarga experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Y a esa visión renovada ha contribuido sin lugar a dudas, ahora, la política firme de Rusia de defenderlos.

La lucha contra el terrorismo jihadista es una lucha que requiere un frente común de las naciones en diversos frentes, el militar, el logístico, el financiero, pero especialmente en el combate a la inhumana ideología wahabista que lo sustenta que busca acabar con todas las formas de civilización que no se atienen a su concepción sectaria religiosa.
En esta necesaria lucha ideológica, separar las ideas civilizatorias correctas de la barbarie es fundamental, y mientras en Occidente no se diferencie nítidamente la corriente mayoritaria del Islam sunnita del extremismo wahabista, se estará dando alas entre su ciudadanía a la propia intolerancia contra el Islam, sin distinciones. 


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13/12/2015

NOTICIA. El 12/12/2015, la 21ª sesión de la Conferencia de París sobre el Cambio Climático (COP21), alcanzó un acuerdo global para frenar el Cambio Climático.

Comentario

Claro-oscuros del acuerdo de la COP21

El 12/12/2015, las 196 Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), formada por las naciones del mundo, durante la 21ª sesión de la Conferencia de París sobre el Cambio Climático (COP21), llegaron a un acuerdo legalmente vinculante, con el objetivo de atajar el Cambio Climático Global. El acuerdo consta de seis capítulos con 140 apartados y un Anexo con 29 artículos. (Enlace Texto del Acuerdo COP21)
En resumen, el acuerdo establece como meta que el calentamiento global debe ser limitado a dos grados centígrados en comparación con la época preindustrial. Para alcanzar esa meta se debiera llegar al año 2050 con un volumen de emisión de gases de efecto invernadero que fuera compensado a través de sumideros naturales o artificiales para absorber el carbono de la atmósfera. Se establece un compromiso financiero entre los años 2020 y 2025, por el que los países industrializados deberán ofrecer anualmente 100.000 millones de dólares en financiamiento para las naciones en desarrollo con el fin de propiciar un desarrollo económico bajo en carbono, y ayudar a las naciones más pobres en las pérdidas y daños que provoca el cambio climático, entre las que se cuentan sequías, inundaciones o temporales de fuerza extrema. Se establece también un mecanismo de transparencia para que los países registren y publiquen las actividades que realizan para la protección del clima y los datos sobre la emisión de gases de efecto invernadero. Por último, el acuerdo es legalmente vinculante, aunque no está prevista ninguna sanción si no se cumple con sus estipulaciones.
La ceremonia oficial de la firma del acuerdo de París se celebrará  en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York el 22 de abril de 2016, el Día Internacional de la Madre Tierra.

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El acuerdo de París (COP21) supone el primer acuerdo en el que las naciones del Planeta se comprometen a tomar medidas para enfrentar el Cambio Climático Global, lo cual supone un hito desde la primera Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, aprobada en Nueva York el 9 de mayo de 1992. Desde un punto de vista histórico, este acuerdo supone:
- La aceptación inequívoca, por primera vez, de todas las naciones del mundo que se está produciendo un calentamiento global del clima terrestre por causas antropogénicas derivadas de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, principalmente de CO2, que puede tener consecuencias desastrosas para la habitabilidad del planeta.
- Cierra definitivamente las tesis negacionistas del cambio climático por causas antropogénicas, o las de quienes aceptándolo, niegan que el mismo pueda llegar a tener consecuencias desastrosas para la humanidad.
- Sitúa a las naciones del mundo en el compromiso de mantener una acción continuada para mitigar el cambio climático.

Esta es la parte más significativa del éxito del COP21. Sin embargo, el acuerdo, en si mismo no tiene unos objetivos claramente definidos, entre los que se debiera haber establecido como aspecto principal la cantidad tolerable de concentración en partes por millón (ppm) del CO2 en el aire atmosférico, lo cual es la medida exacta del balance resultante entre emisiones de CO2 y absorción del mismo por los sumideros naturales y artificiales.
Con ello, el objetivo de situarse en un escenario por debajo de un incremento de dos grados centígrados para finales del presente siglo, es un objetivo ambiguo mientras no se establezca cual debe ser la concentración tolerable en ppm de CO2 en el aire atmosférico.
El acuerdo suscrito es solo un paso importante en la dirección correcta, pero no deja de ser, desde el punto de vista científico, una declaración de buenas intenciones, que solamente el transcurso del tiempo, es decir, la práctica como único criterio de verdad, mostrará si las intenciones se han convertido en medidas concretas.
Esta inquietud queda reflejada en el propio acuerdo en el apartado 17, en el que se afirma, la COP21:
17. Observa con preocupación que los niveles estimados de las emisiones agregadas de gases de efecto invernadero en 2025 y 2030 resultantes de las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional no son compatibles con los escenarios de 2 ºC, sino que conducen a un nivel proyectado de 55 gigatoneladas en 2030, y observa también que, para mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, mediante una reducción de las emisiones a 40 gigatoneladas, o por debajo de 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, mediante una reducción de las emisiones a un nivel que se definirá en el informe especial mencionado en el párrafo 21 infra, se requerirá un esfuerzo de reducción de las emisiones mucho mayor que el que suponen las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional.
Párrafo 21:
21. Invita al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático a que presente, en 2018, un informe especial sobre los efectos que produciría un calentamiento global de 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Es decir, que tal como ya recogiera el informe del 06/11/2015, de la organización del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEP), en el que se evaluaban las Contribuciones Previstas y Determinadas por Nación, (CPDN) que la reducción de 11 Gt CO2/año derivadas de las (CPDN), representaría solamente la mitad de las 22 (Gt CO2/año), requeridas para alcanzar en el 2030 que las emisiones globales no superaran el objetivo de 42 (Gt CO2/año), y que permitirían situarse en el > 66% de probabilidad de llegar al año 2100 con un aumento de la temperatura media mundial inferior a los 2 °C, por lo que, de no mediar acciones nuevas para la reducción de emisiones, las emisiones se situarían en 55 Gt en el año 2030, lo que conduciría al planeta a un aumento de la temperatura de alrededor de 3 °C para el año 2100.
Para evitar este escenario, que según el informe está basado en las mejores conclusiones científicas disponibles, se recomendaba una acción tempranaPor ello, los siguientes cinco años del 2015 al 2020, es el periodo en el que se debieran implementar acciones adicionales a las contribuciones establecidas por nación pues van a ser determinantes en el cumplimiento del objetivo de situarse en el año 2030 en un nivel de emisiones de 42 (Gt CO2/año).
No obstante, el objetivo de emisiones para el año 2030 de 42 (Gt CO2/año), teniendo en cuenta la evolución histórica de la concentración de ppm de CO2 en el aire atmosférico, supone un volumen de emisiones  que, de no de venir acompañado de un objetivo de sumideros de CO2, resultan excesivas: 
- En el año 2012 con unas emisiones de CO2 de 32.280,8 millones de toneladas métricas, la concentración de CO2 en el aire atmosférico había alcanzado las 394 ppm, según registro de NOAA, que suponían un 41% más respecto de las 280 ppm de CO2 estimadas en el año 1750, y que ya ha ocasionado la elevación de un grado centígrado de la temperatura media global respecto de la era preindustrial.
- El incremento de la concentración de CO2 en el aire atmosférico se puede considerar reciente. En el año 1980 las emisiones de CO2 fueron de 18.435,4 millones de toneladas y la concentración de CO2 en el aire atmosférico fue según el registro de NOAA de 335 ppm lo que supuso un incremento respecto a la era preindustrial del 19,6% (55 ppm); sin embargo,  entre el año 1980 y el año 2012 la concentración de CO2 en la atmósfera ha pasado de un 19,6% a un 41,1%, por encima de la era preindustrial, lo que supone que en el periodo 1980-2012 la concentración de CO2 en el aire atmosférico ha sido (41,1-19,6=21,1%) (59 ppm), superando la concentración del periodo de 1750 a 1980, por lo que el incremento actual de 1 ºC por encima del periodo preindustrial, se ha producido principalmente en el periodo 1980-2012.
- Si se cumpliera el objetivo de situarse en el año 2030 en un nivel de emisiones de 42 (Gt CO2/año), este cantidad de emisiones podría suponer situarse en el año 2030 con una concentración de CO2 en el aire atmosférico cercano a las 460 ppm, un 64,3% por encima de las 280 ppm de la era preindustrial, y del 23,6% respecto del periodo 1980-2012 (64,3-40,7=23,6%) (66 ppm), lo que supondría en el periodo 2012-2030, aumentar la concentración de CO2 del periodo 1980-2012, lo que implicaría, de no mediar un plan masivo de sumideros de CO2 para absorber la mayor parte de las 42 (Gt CO2/año), acercarse en el año 2030 a una concentración de ppm de CO2 capaz de producir un incremento global entre 1,5 y 2 ºC.

Resumen evolución histórica de la concentración de ppm de CO2 en el aire atmosférico y estimación del incremento de la temperatura global
Elaboración propia

Todo ello, en la mejor de las previsiones, pues de no tomar las acciones tempranas requerida antes del 2020 por la (UNEP), la estimación de emisiones prevista para el año 2030 es de 55 (Gt CO2/año), lo que implicaría alcanzar con toda probabilidad el incremento global de dos grados centígrados en el año 2030.

En el actual sistema energético mundial en el que el 80% de la energía utilizada para la conversión en trabajo productivo se basa en los combustibles fósiles, el desarrollo económico y las emisiones de CO2 están estrechamente relacionados, y no es posible reducir esta dependencia económica de los combustibles fósiles, no solamente porque no existe tiempo para una sustitución por otro tipo de energías limpias, sino, lo más importante, porque no existe alternativa tecnológica en el actual paradigma tecnológico mundial de conversión de la energía en trabajo productivo que pueda sustituir al motor de combustión interna con el que funcionan los grandes transportes terrestres, marítimos y aéreos; la maquinaria pesada móvil para la construcción de infraestructuras, y la destinada al sector agrario que permite liberar del trabajo manual agrícola a la mayoría de la población activa para emplearse en otros sectores económicos.
La única salida, con independencia de que se avance todo lo posible en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, es la implementación masiva de sumideros de CO2, a través de planes ambiciosos de extensión de los sumideros naturales con la ampliación urgente de las superficies forestales, y la inversión en tecnologías de captura y almacenamiento del CO2 producido por las actividades industriales que utilizan combustibles fósiles.
El éxito de la COP21 ha radicado en la voluntad mundial de hacer frente al Cambio Climático Global, pero las buenas intenciones deberán traducirse con premura en acciones concretas, sobre todo orientadas a los sumideros de CO2, sino todo quedará en buenas intenciones. Y, el camino al infierno está plagado de las mismas.

ANEXO 1:
Evolución de la concentración del dióxido de carbono en el aire atmosférico
Fuente: NOAA

ANEXO 2:
Evolución de las emisiones de CO2 de los años 1982; 1992; 2002; 2012
Fuente: Energy Information Administration / International Energy Outlook (EIA)

4 junio 1992.   Cumbre de Río de Janeiro. 180 países se comprometieron bajo el Tratado sobre Cambio Climático, a tomar medidas para mitigar los efectos del cambio climático debido a las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero.
11 diciembre 1997.  Se firma el Protocolo de Kyoto. Se logró un acuerdo para conseguir durante el período 2008-2012 la reducción en un 5,2%, con respecto a 1990, de las emisiones de los seis gases, entre ellos el dióxido de carbono, el metano y el anhídrido carbónico, que más potencian el efecto invernadero.
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Artículo relacionado:
08/11/2015. Preliminares de la Cumbre de París (COP 21) sobre el Cambio Climático


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06/12/2015

NOTICIA. El 05/12/2015, finalizó en Johannesburgo (Sudáfrica) la II cumbre de dos días del Foro de Cooperación África-China (FOCAC).

Comentario

China-África. Construyendo un nuevo mundo

En la II cumbre del Foro de Cooperación África-China (FOCAC) que agrupa a China y 50 países africanos, se llegó a un consenso para establecer una asociación estratégica y de cooperación integral en las relaciones China-África. La cumbre de Johannesburgo, en los 15 años de existencia de la FOCAC, es continuidad de la primera celebrada en 2006 en Beijing, si bien, el objetivo de la II cumbre de avanzar hacia una asociación estratégica y de cooperación integral supone un fuerte impulso respecto de la primera.
Desde 2012, China ha proporcionado a los países africanos préstamos por valor de 20.000 millones de dólares estadounidenses en infraestructura, agricultura, manufactura, e inversión en las pequeñas y medianas empresas. En el 2014 la inversión directa de china en el continente africano ascendió a cerca de 30.000 millones de dólares, en el que se ubican unas 2.500 compañías chinas que dan ocupación a más de 100.000 puestos de trabajo.
Los diez planes acordados en la II Cumbre de la FOCAC, en los que China se ha comprometido a invertir 60.000 millones de dólares, se centrarán en facilitar a los países africanos a superar los cuatro obstáculos más importantes para el desarrollo económico y social: 1. la seguridad pública; 2. las infraestructuras atrasadas; 3. la escasez de talentos, y 4. la financiación inadecuada, todos ellos orientados a acelerar la industrialización y la modernización agraria, para alcanzar un desarrollo estructurado entre el sector primario, secundario y terciario, que permita a los países africanos liberarse del legado colonial de ser exportadores netos de materias primas, para poder convertirse a su vez en exportadores de servicios y productos acabados.
En seguridad ciudadana, China contribuirá con 60 millones de dólares en ayuda gratuita para la Unión Africana (UA), a fin de apoyar la construcción y operación de la Fuerza de Reserva Africana y la Capacidad Africana de Respuesta Inmediata a Crisis.
La construcción de  infraestructuras constituirá uno de los ejes principales de cooperación entre China y África para facilitar la conectividad económica en cada nación y entre naciones. Los países en los que China participa principalmente en la construcción de infraestructuras son los países del África central y austral. En los últimos años, Angola, construyó con base a créditos de China, 2.800 kilómetros de vías de ferrocarril, más de 1.000 kilómetros de carreteras, cerca de 1.000 líneas de transmisión eléctrica, 130.000 viviendas sociales, 78 escuelas y 39 hospitales. En mayo del 2015, China llegó a un acuerdo con las autoridades keniatas para construir un enlace ferroviario entre las ciudades de Mombasa y Nairobi valorado en 3.800 millones de dólares, considerada la primera fase de una línea que, en último término, conectará países como Uganda, Ruanda, Burundi y Sudán del Sur.
En la capitación de personal, China en los últimos años ha implementado unos 900 programas de asistencia en agricultura, sanidad y educación, y ha ofrecido formación a más de 30.000 personas locales en el sector manufacturero. En los planes de futuro de capacitación, construirá varios centros de educación, comprometiéndose a formar a 200.000 técnicos y ofrecerá ayudas en becas para formar en China a 40.000 estudiantes, e invitará cada año a 200 académicos africanos a visitar China
Para acelerar la modernización agrícola, China realizará proyectos de desarrollo agrícola en 100 aldeas africanas para elevar los estándares de la vida rural, y enviará 30 equipos de expertos agrícolas a África.
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La relación de China con África se fraguó en los procesos de descolonización que transformaron políticamente el mapa africano y asiático en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, desarrollando una cultura política común de buscar primero la soberanía política, como base para modernizar las sociedades de los territorios emancipados. Aunque, a día de hoy, desde un punto de vista histórico y de transformación de las sociedades originarias de cultura agraria, ajenas a los cambios de 200 años de revolución industrial, se puede considerar que los países descolonizados están dando sus primeros pasos.
Los problemas políticos en las naciones africanas derivados de una tradición milenaria tribal siguen atenazando la construcción de la cultura política como naciones. Los procesos de descolonización de las naciones africanas fueron principalmente liderados por élites económicas y políticas, con lazos, en muchos casos, tribales o religiosos, los cuales todavía persisten e impiden alcanzar la estabilidad política necesaria para afrontar el desarrollo económico.
Las naciones del norte de África y subsaharianas, son en las que los enfrentamientos son más acusados, sumiéndoles en un círculo vicioso de inestabilidad política que impide a su vez diseñar proyectos de  desarrollo de futuro como naciones. Estas divisiones sociales, a veces, son instrumentalizadas por potencias foráneas y élites locales para obtener réditos particulares con el comercio de materias primas.
De manera diferente, las naciones del África austral son las que están entrando en una fase histórica de una mayor estabilidad política, consenso social y de formación de la conciencia nacional, favoreciendo un círculo virtuoso que les está impulsando a materializar proyectos económicos básicos como son en primera instancia la creación de infraestructuras.
En el caso de China, milenariamente ha tenido arraigada una cultura nacional. Esta fuerte cultura nacional permitió a China alcanzar su emancipación colonial a finales de la primera mitad del siglo XX con un gran respaldo popular, aunque también por motivos de luchas sociales no alcanzaría su estabilidad política hasta finales de la década de los años setenta, que le ha permitido pasar de ser una sociedad mayoritariamente feudal en la primera mitad del siglo XX a avanzar a pasos agigantados en su modernización como nación en el siglo XXI.
Los fundamentos de la unión entre los países en desarrollo nacen pues, de sus vicisitudes en alcanzar su emancipación de pueblos colonizados. La fuerza de los procesos de descolonización contribuyó en el caso de China en los años sesenta del siglo XX, tras su alejamiento de la URSS, a desarrollar la teoría de los Tres Mundos: El mundo capitalista industrializado que constituiría el Primer Mundo, los países de la URSS, que constituirían el Segundo Mundo, y los países en desarrollo que formarían el Tercer Mundo.
Si los revolucionarios del siglo XIX, creyeron que la clase obrera europea sería la que encabezaría la transformación mundial, y en la primera mitad del siglo XX creyó serlo la URSS, para China tras las descolonizaciones, la unión de las naciones del Tercer Mundo, donde habita la mayoría de la humanidad, sería la fuerza política destinada a transformar el mundo para alcanzar la prosperidad económica de la mayoría de la humanidad, y alcanzar la fraternidad entre las naciones en base a los cinco principios de la coexistencia pacífica.
Desde los años sesenta y durante el periodo de la Guerra Fría, tras las diferencias fronterizas con la India y la URSS, y alejada de América Latina cuyas naciones ya habían alcanzado su soberanía política en el siglo XIX, China proyectaría su relación política especialmente con los países del sudeste asiático y particularmente con los países africanos unidos en la causa de la emancipación colonial.
La colaboración Sur-Sur que surgió al calor de los procesos de descolonización ha continuado y cobrado un mayor impulso en el siglo XXI, pero ahora para avanzar en el desarrollo económico cooperativo y compartido, en el que se sitúan no solamente los países africanos sino también los de América Latina. La colaboración Sur-Sur tiene especial relevancia para China, pues su aspiración mundial sigue siendo contribuir a alcanzar la prosperidad económica de los países en desarrollo y la paz mundial. En esta empresa, en la actualidad los países BRICS juegan un papel fundamental, pero las estrechas relaciones de colaboración política y económica histórica de China con los países africanos, le sitúa en un papel destacado.
La relación Norte–Sur, no ha cambiado sustancialmente. Los países desarrollados, antes imperios coloniales, en la actualidad siguen aferrados al modelo de supremacía política y económica, por la que las naciones en desarrollo deben seguir subordinadas a ser suministradoras de materias primas, y para ello deben estar gobernadas por élites políticas y económicas apátridas que se beneficien de ese modelo mientras la mayoría de la población continúan en la pobreza.
En definitiva, sigue siendo una relación de perdedores y ganadores, porque para los países desarrollados hegemónicos, principalmente EEUU, no es admisible una mayoría de la humanidad plenamente desarrollada, porque entonces su poder económico y financiero sería relativamente pequeño, y quedarían relegados de su papel predominante mundial de siglos.
Los denominados planes de los países ricos para el desarrollo de los pobres, es un discurso ficticio, sustentado en el concepto propagandístico que los gobiernos de los países en desarrollo no tienen capacidad para promover su propio desarrollo y, por ello, de nuevo, tiene que ser Occidente, quien a través de organizaciones afines deben dictar la política a esas naciones, cuando en ningún caso la misma se orienta a la transferencia tecnológica y la construcción de infraestructuras, base fundamental para el desarrollo. Esa es la esencia del discurso con la que se pretende perpetuar la relación neocolonial.
De manera diferente los países comprometidos en fortalecer la colaboración Sur-Sur, se basan en una relación de ganar todos en un destino común compartido. Ni China ni las naciones BRICS, temen al desarrollo pleno de la humanidad, y por ello, la aportación que pueden hacer a las naciones en desarrollo en el campo del conocimiento y de la tecnología para que puedan alcanzar por si mismas su propio desarrollo, constituye la esperanza de un nuevo mundo libre de hegemonías.
En el caso de la relación entre China y las naciones africanas, los avances que se esperan de China en diversas áreas del conocimiento y la tecnología en el próximo lustro, deberán tener su reflejo también en el avance de las naciones africanas principalmente del África Central y Austral. Esa será la mejor manera de conocer en la práctica el éxito de la estrategia de la relación de la prosperidad compartida China-África.