Febrero 2016



23/02/2016

NOTICIA. El 22/02/2016,  Rusia y EEUU, firmaron un acuerdo que establece el cese de las hostilidades en Siria a las 00:00 (hora local) del 27 de febrero

Comentario

Hacia un escenario de reconciliación y de unión en la lucha contra el Estado Islámico y Al-Qaeda en Siria

El 22/02/2016, los responsables de la Diplomacia de Rusia y Estados Unidos, Serguei Lavrov y John Kerry, en un comunicado conjunto, declararon el acuerdo de EEUU y Rusia de establecer un cese de las hostilidades en Siria a las 00:00 (hora local) del 27 de febrero. Antes del mediodía del día 26 todas las partes implicadas, gobierno sirio, milicias kurdas y combatientes opositores deben confirmar el compromiso a EEUU y Rusia del cese de las hostilidades. El acuerdo establece que el cese de las hostilidades no se extienden a los grupos calificados de terroristas por la ONU particularmente al Estado Islámico (EI) y el Frente Al-Nusra, rama de Al-Qaeda en Siria; al respecto, Rusia y EEUU establecerán una línea directa de comunicaciones y un grupo de trabajo para intercambiar información relevante sobre Siria, debiéndose determinar y diferenciar las regiones ocupadas por los terroristas, de las que debe respetarse el cese de las hostilidades con el fin de garantizar el suministro de las ayudas humanitarias.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dio la bienvenida al acuerdo anunciado por EEUU y Rusia y aseguró que se trata de una "señal de esperanza" para la población de Siria, considerando que, de respetarse el cese de la violencia, supondrá un "paso significativo" en la implementación de la resolución 2254 del Consejo de Seguridad, que fija una hoja de ruta para poner fin a la guerra en el país árabe.
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La aprobación de las resoluciones por el CSNU relativas a combatir la financiación del terrorismo (resolución 2253) y la implementación de la hoja de ruta para establecer una nueva constitución y gobierno de consenso en Siria (resolución 2254), han puesto a las potencias que las promovieron y aprobaron, principalmente a EEUU y Rusia, frente a una enorme responsabilidad en cuanto hacer prevalecer la autoridad del CSNU en Siria, pues, si ambas resoluciones quedasen en papel mojado se estaría en un escenario de desgobernanza mundial sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, donde los acuerdos entre las potencias más relevantes de planeta sobre las que se erigió el Orden Internacional de Posguerra no pueden ser implementados, con lo que  la credibilidad del CSNU quedaría seriamente dañada, cuestión que incluso en los momentos de mayor confrontación no había sucedido, pues los acuerdos entre potencias que toman carácter legal internacional en el CSNU siempre se han mantenido, entre otras razones porque carece de lógica llegar a un acuerdo que no se quiera cumplir.
Hasta julio del 2015, las diferencias geopolíticas de EEUU y Rusia en relación al conflicto de Siria habían impedido que el CSNU fuera un lugar de encuentro, pero el cambio de la política de EEUU en la región del Oriente Medio permitió entre julio y diciembre del 2015 consensuar tres importantes resoluciones, la  2231, que puso fin al contencioso nuclear iraní y de las sanciones del CSNU a ese país, y las resoluciones 2253 y 2254, para pacificar la región del Oriente Medio y combatir el terrorismo jihadista.
Las tres resoluciones han chocado con las pretensiones de los tres principales aliados de EEUU en la región: Arabia Saudita; Turquía, e Israel, interesados en mantener la confrontación contra los gobiernos de Irán, Siria e Irak. Tras la aprobación de la resolución 2231 que puso fin al contencioso nuclear iraní, Israel ha venido reduciendo su perfil agresivo respecto de Irán, por el contrario, Arabia Saudita lo ha aumentado con la guerra declarada a Yemen, la ruptura de relaciones diplomáticas con Irán y las amenazas de invadir con fuerzas terrestres Siria; por su parte, Turquía desde la irrupción de Rusia en el conflicto Sirio en septiembre del 2015 a petición del gobierno de esa nación, también ha aumentado su agresividad contra Siria, aunque en ambos casos su hostilidad no es sino un reflejo de la pérdida de posiciones respecto de sus ambiciones regionales por el distanciamiento de EEUU para no convertirse actualmente en rehén de estos dos aliados.
En la confrontación de décadas que EEUU había mantenido contra Irán, estuvo interesando en incorporar a su lucha a los países que por una razón u otra estaban interesados en debilitar a Irán en la región pero, después de quince años de guerras sin obtener otro resultado que la desestabilización regional, tras haber alcanzado su mayor autonomía petrolera con la explotación nacional de los recursos de esquisto, y su interés en concentrar su presión militar en el Pacífico oriental, le ha llevado a cambiar sus prioridades geoestratégicas y apostar por la vía de la pacificación en el Oriente Medio.
Sin embargo, este cambio de política no ha podido evitar que los aliados del pasado, ahora quieran seguir con sus particulares intereses desestabilizadores. El jihadismo que fue instrumentalizado para combatir al gobierno sirio ha cobrado autonomía con el Estado Islámico y el frente Al Nusra; Turquía sigue con su objetivo de extender su dominio a territorios de Siria e Irak, y Arabia Saudita en su ambición de extender el bahaísmo en la región.
Aunque estos actores regionales han perdido gran parte de su fuerza al no tener el respaldo incondicional de EEUU a sus políticas agresivas, sus intentos de hacer fracasar cualquier iniciativa que suponga limitar sus pretensiones regionales seguirán vigentes. Estos intentos van a depender en gran medida de dos factores, 1- la contundencia con la que EEUU quiera limitar su acción, y 2- el avance de las fuerzas patrióticas sirias e iraquíes en su lucha contra el (EI) y el frente Al Nusra.
Los grupos armados que no pertenecen a estas dos organizaciones y que se enfrentan en Siria al gobierno sirio son sustancialmente dependientes de Turquía y Arabia Saudita, pero a su vez la falta de patrocinio de EEUU a los actuales intentos desestabilizadores de estas dos naciones les deja a estos grupos armados huérfanos de tutela política, por lo que es factible que se inclinen hacia un cese de las hostilidades y la aplicación de la hoja de ruta establecida en la resolución 2254.
El punto del acuerdo alcanzado el 22/02/2016 entre Rusia y EEUU que hace referencia a la delimitación de las zonas en Siria que deben ser objeto de implementar el cese de las hostilidades, de las que por estar bajo control del (EI) y el frente Al Nusra se deberá proseguir en el combate a estas organizaciones, puede contribuir a articular la unión de todas las fuerzas sirias.
La resolución 2254 establece claramente la unidad territorial de Siria como elemento fundamental de la solución del conflicto y es lo que separa claramente las fuerzas patrióticas de las que no lo son, y es en base a ese principio sobre el que debiera articularse el consenso de las fuerzas políticas sirias, a lo que se oponen claramente el (EI) y Turquía, el (EI) porque su califato se asienta sobre territorios de Siria e Irak, y Turquía porque tampoco está de acuerdo con mantener las fronteras de Siria pues ello contraviene sus ambiciones territoriales sobre territorios del norte de Siria e Irak.
El cese de las hostilidades no solamente debe servir pues para traer la paz a determinados territorios de Siria, sino que debiera contribuir a que las armas apunten en una sola dirección contra las fuerzas antipatrióticas lideradas actualmente por el (EI). Es ello lo que puede hacer que se diferencien las dos guerras que azotan a Siria, la guerra civil de la guerra internacional.
La guerra civil es la que enfrenta a las fuerzas patrióticas, es decir, las que a pesar de estar enfrentadas consideran la unidad territorial de Siria como aspecto fundamental. De manera diferente la guerra internacional, es aquella que viene impuesta desde fuera, por la afluencia de jihadistas extranjeros y la financiación de los mismos que tienen como objetivo la desintegración territorial de Siria, como lo hace el (EI) quien lucha abiertamente por la desaparición de las naciones en el mundo árabe para reemplazarlas por el califato, objetivo ya alcanzado en territorios de Siria e Irak.
En la medida que se consiga avanzar en el cese de hostilidades y la reconciliación entre las fuerzas patrióticas, la prioridad de la guerra contra el (EI) y el frente Al Nusra, aparecerá con mayor claridad, y se darán las condiciones para que EEUU y Rusia puedan avanzar hacia la constitución de un Frente Común contra el terrorismo jihadista.
En la actualidad, la intervención de Rusia en Siria se hace con arreglo a la legalidad internacional por estar solicitada por el gobierno sirio, mientras que la intervención de la coalición internacional liderada por EEUU se sitúa al margen de la misma por no tener el visto bueno explícito del gobierno sirio ni estar aprobada por el CSNU, aunque ello podría fácilmente cambiarse con una resolución de este organismo que legalizara una posible alianza de EEUU y Rusia para combatir al (EI) y al frente Al Nusra.

Si en alguna parte del mundo es necesario que se imponga el derecho internacional es en la atormentada región del Próximo y Medio Oriente en la que tanto Turquía, Israel como Arabia Saudita lo vulneran sistemáticamente, y el ejemplo de EEUU de intervenir en Siria al margen del derecho internacional contribuye aun más a que esa región sea un territorio sin ley. Si EEUU quiere que la resoluciones 2253 y 2254 prosperen, debiera comenzar a dar ejemplo alcanzando un compromiso en el CSNU para legalizar sus acciones militares contra el terrorismo jihadista en Siria al igual que lo hace en Irak que interviene de acuerdo con el gobierno de esa nación.

NOTA POSTERIOR:
Resolución 2268 / 2016 CSNU del 26/02/2016
La situación en el Oriente Medio (Siria)


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11/02/2016

NOTICIA. El 10/02/2016, la Comisión Europea pidió cumplir los compromisos adquiridos para la reubicación de 160.000 refugiados en dos años, en los países asignados de la Unión Europea (UE).

Comentario

Unión Europea, refugiados legislación y xenofobia

La Unión Europea, se ha visto desbordada por la afluencia de refugiados. El año 2015 fue el de mayor entrada de refugiados en la UE con más de 1.200.000, siendo Alemania con 1.091.894 quien registraría el mayor numero; Suecia recibió más de 180.000 y Austria casi 100.000, unas cifras que multiplicaron por cinco las de años anteriores; 3.406 personas habrían muerto en el intento de alcanzar la UE. Para este año, Austria espera otros 120.000 refugiados, Alemania recibiría otro millón y Suecia más de 200.000.
Los refugiados son provenientes de Siria, Afganistán, Eritrea, Nigeria, Albania, Pakistán, Somalia, Irak, Sudán y Gambia, siendo Siria el principal foco emisor de refugiados; según ACNUR, en octubre de 2015, había 4.180.631 refugiados sirios en los países vecinos, de los que 2.1 millones se distribuían entre en Egipto, Irak, Jordania y Líbano; 1.9 millones en Turquía y más de 26.700 refugiados en el Norte de África. A Ello hay que añadir más de 7.5 millones de desplazados internos en Siria. Las rutas principales de acceso a la UE se realizan a través de los Balcanes, Grecia e Italia, para continuar su tránsito hacia Europa Central y Europa del Norte, en un éxodo que ha provocado la mayor crisis migratoria y humanitaria en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En septiembre del 2015 la UE aprobó conceder el estatus legal de refugiado a 160.000 demandantes de asilo que se encontraban en situación de emergencia en Grecia, Italia y Hungría. Cinco meses después, no se ha asignado a ningún Estado miembro a 61.744 demandantes de asilo. De los 97.758 asignados, solamente se habían acogido legalmente a 497. Fuente: Comisión Europea.
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La crisis de los refugiados ha desvelado en la UE una serie de contradicciones políticas y sociales, que tienen que ver con la incapacidad legal para cumplir con lo legislado sobre su política de asilo político, y la creciente resistencia de gran parte de la ciudadanía de los principales países de acogida a incorporar un volumen considerable de refugiados.
El derecho de asilo de la UE mientras se resolvía en cantidades pequeñas ha sido admisible, pero cuando éste se ha visto magnificado debido a las cifras, han surgido otras realidades políticas y sociales. Una parte importante de la ciudadanía entiende que existen otros valores e intereses que se sitúan por encima del derecho de asilo, como son la preservación de los valores culturales autóctonos que en su percepción los ven amenazados por el volumen de refugiados de otras culturas. Los mandatarios políticos difícilmente pueden ir a contracorriente de la demanda de poner límite a la ola de refugiados, y se van plegando a esa opinión, intentando poner restricciones a la llegada de refugiados.
Así se pretende contener a los refugiados en sus lugares de origen, a través de ayudas financieras como se ha hecho con Turquía e Irak para evitar que los refugiados emigren a la UE; también se pretende contener a los mismos en sus lugares de acceso a la UE, principalmente en Grecia, y se blindan las fronteras nacionales de los países más demandados por los refugiados, como está sucediendo en Austria y Suecia, una medida que posiblemente se extienda a Francia, Reino Unido y tal vez Alemania, con el riesgo de que estas políticas vayan mermando la libertad de tránsito en el espacio de la UE.

La deriva nacionalista que provoca el drama de los refugiados solamente puede ser superada con el repetido principio de más Europa, pero para ello se precisa de una nueva visión que sitúe a Europa como un ente independiente en su política exterior. Ese pensamiento debiera prosperar en la UE como un elemento fundamental de unión, en caso de que no sea así, la tendencia hacia la disgregación y el declive puede terminar por imponerse.

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01/02/2016

NOTICIA. El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja sus proyecciones del crecimiento global para los años 2016 y 2017.

Comentario

Incertidumbres de la economía mundial

El año 2016 y los venideros seguirán marcados por la crisis económica global iniciada en el año 2008. En la medida que van pasando los años se va revelando con mayor claridad que la naturaleza de la crisis del 2008, lejos de responder a los postulados de una crisis cíclica, se muestra como una crisis estructural del modelo de crecimiento económico global sustentado en el consumismo de un 20% de la población mundial* que conformó el periodo neoliberal comprendido entre la salida de la crisis económica de 1973 y la crisis y depresión iniciada en el año 2008.

Crisis de las economías desarrolladas
La imposibilidad de la reedición de un nuevo ciclo consumista en los países desarrollados tiene que ver con la forma en la que se realizó la acumulación de capital en los años previos a la crisis del 2008 inducida por la desregulación internacional del mercado de capitales, que permitió que la enorme masa de capital financiero acumulado durante el periodo de auge neoliberal se situara fuera del control jurídico de los Estados.
La crisis del 2008 no afectó a los capitales ocultos por la desregulación financiera y permitió que gran parte del dinero, legalmente registrado en los diferentes países, pudiera ser evadido a tiempo para no ser atrapado en los procesos de insolvencia bancarios, acentuando su descapitalización, debiendo ser gran parte de la banca oficial rescatada con el dinero de los contribuyentes, dándose la paradoja de que mientras la banca oficial estaba técnicamente en quiebra, la banca en la sombra, según los datos del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), acaparaba el año 2011 los 67 billones de dólares en todo el mundo, cinco billones más de los que se registraron al comienzo de la crisis en 2007, es decir el equivalente aproximado al PIB mundial. Ese dinero desregulado, constituye en la actualidad una enorme masa de renta inversión que por estar fuera del control jurídico de los Estados no puede traducirse por vía fiscal en renta consumo para incrementar la demanda efectiva.
El capital desregulado, ante la falta de una demanda efectiva que permitiese la inversión en actividades productivas, busca constantemente en la especulación su rentabilidad, en gran parte con la financiación de las deudas soberanas de los países desarrollados, las cuales, se han visto notoriamente incrementadas por la necesidad de las administraciones públicas de mantener sus gastos corrientes en una situación de caída de los ingresos fiscales debido a la escasa actividad consumista y productiva de sus economías.
El financiamiento de las crecientes deudas soberanas genera a su vez intereses que deben ser detraídos de los presupuestos de los Estados para pagar con carácter prioritario a los prestamistas; con ello, el incremento del servicio de la deuda soberana, en una situación de estancamiento económico, actúa como un factor paralizante de la economía, pues los Estados se ven obligados a aplicar recortes en otras partidas presupuestarias como educación y sanidad y a aumentar la imposición fiscal para la obtención de recursos, lo que empobrece a los consumidores, dando lugar a un círculo vicioso en el que los consumidores ven mermada su capacidad adquisitiva, las entidades financieras, al deteriorarse las condiciones de solvencia necesaria de consumidores y productores para devolver los préstamos, restringen el crédito tanto al consumo como a las actividades productivas.
Los países desarrollados se encuentran pues atenazados en su crecimiento económico endógeno, no solamente porque ya es muy difícil reeditar un ciclo económico capaz de hacer crecer el PIB mundial basado en el consumismo de los países desarrollados, sino porque la propia desregulación financiera internacional impide a los Estados aplicar políticas fiscales para propiciar una demanda efectiva agregada que les permita situarse en la senda del crecimiento; con ello, la crisis iniciada en el 2008 ha pasado a constituirse en una crisis estructural del modelo de crecimiento consumista neoliberal.
La falta de perspectivas de un crecimiento económico ha llevado en los últimos años a los Estados más endeudados a adquirir menos deuda anual evitando el déficit de sus cuentas con la aplicación de reducciones en el gasto.  Esta limitación del mercado de la deuda ha llevado al dinero desregulado global a inflar los mercados bursátiles en la falsa convicción de poder rentabilizar un posible crecimiento económico global principalmente de China; sin embargo, la ralentización económica de los países desarrollados, por obedecer a una crisis estructural y no cíclica, está dejando a la enorme masa de dinero desregulado sin espacios de negocio, lo cual, ante la falta de crecimiento económico, se irá traduciendo en fuertes correcciones en el mercado bursátil que irán dejando sin valor un dinero que por no generar riqueza, se ha convertido en un  dinero improductivo.

Crisis de las economías emergentes
La crisis estructural de las economías desarrolladas está pasando también factura a los países emergentes. El modelo económico mundial del periodo del auge neoliberal (1973-2008) se sustentaba en una distribución mundial de las funciones económicas por las que la demanda efectiva se concentraba en los países más desarrollados, principalmente en EEUU, los países de la UE y Japón, mientras que los países en desarrollo contribuían por el lado de la oferta como suministradores de materias primas y productores de manufacturas basado en la mano de obra barata concentrada principalmente en China.
La crisis del 2008 estancó la demanda efectiva de los países desarrollados y con ello el suministro de las materias primas y de las manufacturas se redujeron. El estancamiento económico de los países desarrollados pondría al descubierto la débil estructura económica de los países en desarrollo sustentada en actividades agrarias, extractivas y productos manufacturados. La crisis de los países en desarrollo no fue sino un reflejo de la crisis del centro económico donde radicaba el grueso de la demanda efectiva global de bienes y servicios.
China apostó desde el inicio de la crisis por un cambio de modelo económico para superar la dependencia de su exportaciones de productos manufacturados a los países desarrollados, lo que le llevó, apoyado en sus enormes reservas de divisas, a promover un plan de estímulo y reestructuración productiva orientada a la inversión en infraestructuras y la promoción del consumo interno. La pujanza con la que China sorteó los primeros años de la crisis le permitió convertirse en el principal demandante de materias primas del mundo y, con ello, los países exportadores de las mismas pudieron mantener gran parte de su mercado exportador, y continuaron sin introducir cambios fundamentales en su estructura productiva.
Sin embargo, los cambios introducidos por EEUU para mitigar su dependencia de las importaciones de petróleo con la explotación nacional de sus recursos petroleros de esquisto, desencadenaría a partir del 2014 una guerra de precios del petróleo. Con la explotación de sus recursos EEUU obtuvo una autosuficiencia petrolera que recortó drásticamente la cuota de mercado de los principales productores agrupados en la OPEP. La OPEP, al operar con costes de extracción mucho más baratos que los de la explotación del crudo de esquisto, bajo las exigencias de su principal productor, Arabia Saudita, decidió mantener la producción con el fin de crear una sobreoferta de petróleo para abaratar los precios del crudo e impedir que las explotaciones del petróleo de esquisto prosperasen y, con ello, mantener su de cuota mercado mundial, en el entendimiento de que era mejor vender barato que no vender, ante al auge de las explotaciones de petróleo de esquisto.
Esta política de la OPEP de prolongación de los precios bajos del petróleo está permitiendo contener el desarrollo de las explotaciones de esquisto, pero los principales países productores como Rusia, Arabia Saudita, Venezuela, Brasil, México y otros, acostumbrados a cuadrar las cuentas de sus presupuestos nacionales por encima de los 50$ del barril de crudo, han pasado a experimentar graves dificultades económicas.
Por otra parte, la política de ajuste económico de China para reestructurar su sistema productivo con el objetivo de orientarlo a la innovación en ciencia y tecnología, va a ralentizar su crecimiento durante los próximos años, estando previsto para el año 2016 y los próximos cinco años de su XIII plan quinquenal, que el crecimiento de su PIB se sitúe entre el 6,5% y 7%, lo que conlleva también una disminución en su demanda petrolera.
La coincidencia de los factores que han contribuido a una saturación de la oferta petrolera, con los factores de estancamiento económico de los países desarrollados y la desaceleración de la economía China, han revelado las carencias para cambiar el modelo productivo en los países que sus economías son fuertemente dependientes de la explotación y exportación de materias primas.
En la cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) concluida en Quito el 28/01/2016, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, que ejercía de anfitrión, reconoció que la región enfrenta tiempos difíciles, en los que la caída de los precios del petróleo está dificultando más la creación de empleos y la reducción de la pobreza; a su vez, de manera autocrítica manifestó que en ninguno de los cinco pilares de la Agenda 2020, que fueron propuestos en la cumbre anterior: 1- reducción de la pobreza y la desigualdad; 2- educación, ciencia, tecnología e innovación; 3- medio ambiente y cambio climático; 4- infraestructura y conectividad, y 5- financiamiento para el desarrollo, no se habían concretado en metas medibles ni en una agenda común. Una constatación que evidencia que la voluntad política integracionista en una región que se sustenta en la explotación de materias primas no es suficiente sino se dan pasos prácticos para superar ese modelo productivo, lo cual, precisa de la formación de un banco de desarrollo propio regional y la coordinación de las políticas monetarias nacionales en el horizonte de instituir una moneda común, que les permita superar su dependencia del dólar estadounidense, una hoja de ruta económica que los países latinoamericanos todavía no se han planteado seriamente.
En el caso de Rusia, el estancamiento económico derivado de los bajos precios del petróleo ha venido agravado por las sanciones occidentales. Una coyuntura que ha despertado en las autoridades rusas la necesidad de cambiar su modelo productivo muy dependiente de sus exportaciones de recursos energéticos, encaminado a la sustitución de importaciones de productos tecnológicos y alimenticios por productos nacionales, habiendo obtenido Rusia en los dos últimos años avances novedosos en el sector agrario; aunque en ese objetivo, a pesar de que Rusia tiene los conocimientos científico técnicos para lograrlo, el mayor hándicap, debido a su pasado soviético, es su escasa tradición empresarial de pequeños y medianos empresarios comprometidos con la innovación y orientada al mercado internacional, para situarse en el futuro al nivel por ejemplo de Alemania, EEUU y China en sus proyectos de ser líderes en la nueva revolución industria. 4.0. En ese sentido, Rusia precisa de la promoción de una cultura emprendedora en la sociedad, facilitada legislativa y financieramente desde las instituciones.

Incertidumbres de la economía mundial
Las incertidumbres de la economía mundial tienen visos de durar varios años. A la incapacidad de las grandes economías desarrolladas, EEUU, la UE, y Japón para iniciar un nuevo ciclo de crecimiento sostenido en el tiempo, se ha añadido el estancamiento de las economías emergentes exportadoras de materias primas como Rusia y Brasil, y la desaceleración del crecimiento de China, principal economía manufacturera.
Se ha entrado en un interregno en el que el viejo modelo de crecimiento neoliberal basado en el consumismo por elevación de necesidades económicas de las sociedades desarrolladas, principalmente en el acceso a la doble residencia con carácter generalizado, y el acortamiento de los ciclos de consumo de otros bienes como vehículos, electrodomésticos, etc., no puede ser reeditado en la cantidad suficiente para hacer crecer el PIB mundial como en los años previos al inicio de la crisis del 2008.
Los nuevos resortes económicos tendrán que venir de la incorporación al mercado de bienes y servicios de la población de los países en desarrollo, y ello solo será posible desde la readecuación del modelo productivo de los principales países emergentes y la integración económica regional de sus ámbitos geoeconómicos respectivos.
En los países desarrollados su vuelta a la senda del crecimiento debiera venir de poner en orden el sistema financiero mundial desregulado para que los Estados puedan gravar fiscalmente el dinero oculto, y en la apuesta por un modelo económico orientado hacia los países en desarrollo para estimular su crecimiento con transferencia de tecnologías y conocimientos científicos, lo que facilitaría la integración económica mundial y el inicio de un nuevo ciclo histórico en el desarrollo de las fuerzas productivas mundiales.
Aunque lejos de ello, los principales países desarrollados siguen todavía aferrados a la reedición del modelo productivo del periodo 1973-2008 de concentrar el crecimiento económico mundial y continuar manteniendo la distribución funcional de la economía mundial, por la que los países en desarrollo deben seguir siendo meros suministradores de materias primas, y ello conlleva la implementación de políticas económicas destructivas contra los países en desarrollo con mayores potencialidades económicas o recursos petroleros y que actualmente se concentran principalmente contra Rusia y los países más importantes de Sudamérica.
La persistencia, principalmente de EEUU, de seguir aferrado a ese esquema productivo mundial, no solamente es fruto de la inercia económica del pasado, sino que tiene que ver con el mantenimiento del poder económico mundial expresado en seguir acaparando la mayor parte del PIB mundial, lo que le impulsa a contener el crecimiento del PIB de las principales naciones en desarrollo que le podría relegar de su poder económico global en el medio y largo plazo.
Pero, los intentos de reactivar un modelo productivo mundial pasado y que no volverá, solamente contribuye a aumentar las incertidumbres del desarrollo económico mundial y prolongar el estancamiento económico.
El periodo de ajuste de la economía mundial pasa porque los países emergentes tengan éxito en su necesaria reestructuración económica que les permita liderar un nuevo impulso económico mundial, si bien, ello llevará su tiempo, en un camino nuevo que tendrá sus aciertos y errores pero que debiera situar a la economía mundial en un nuevo escenario de desarrollo económico mundial.
El éxito de China en la transformación de su estructura productiva en los próximos cinco años, que le pueden permitir pasar a constituirse en la principal economía mundial por PIB, crecimiento e innovación científico técnica, va a ser determinante para que en la próxima década la economía mundial pueda adentrarse en un nuevo modelo de crecimiento económico globalmente compartido. Mientras tanto, los próximos años seguirán plagados de incertidumbres.


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Fuente: ONU. Elaboración propia.