Enero 2017


29/01/2017

NOTICIA. El presidente de EEUU, Donald Trump, en la primera semana de su mandato, con la promulgación de varias órdenes ejecutivas, dio comienzo a las principales promesas de su campaña electoral.

Comentario

La doctrina Trump

El 20/01/2017, Donald Trump, fue investido como el 45º presidente de Estados Unidos. En la semana siguiente, el nuevo presidente dictó ininterrumpidamente varias ordenes ejecutivas para fijar con carácter práctico las posiciones políticas más relevantes de su campaña electoral, entre las que destacan: 1º la derogación del sistema de salud promovido por la anterior administración conocido como “Obama care”; 2º el abandono de EEUU del Tratado de Asociación Transpacífico TTP; 3º la decisión de construir un muro en la frontera entre México y EEUU que prolongaría el actualmente existente de 1.000 km unos 2.000 km más; 4º la restricción de acogida de refugiados y migrantes de los países musulmanes que EEUU considera que le son hostiles: Irán; Irak, Siria, Libia, Somalia, Sudan y Yemen.
Además de las órdenes ejecutivas, en el ámbito internacional, Donald Trump, ha marcado sus prioridades con la reunión en la Casa Blanca con la primera ministra británica, Theresa Mary May, manifestando su apoyo a la separación del Reino Unido de la UE (Brexit), y las entrevistas telefónicas realizadas el 28/01/2017, con el presidente francés François Hollande; la canciller alemana Angela Merkel; el primer ministro japonés Shinzō Abe, y singularmente con el presidente ruso, Vladímir Putin, con quien compartió su interés en cooperar con Rusia en la lucha contra el Estado Islámico (EI).

Todas estas medidas se enmarcan dentro de lo que se puede considerar la “doctrina Trump”. La característica de una doctrina es que todas las medidas emanan de un concepto o principios políticos que se incluyen en un todo, que durante la campaña electoral republicana se resumió en el eslogan de “América Primero”.
Este concepto de “América Primero”, tuvo una gran acogida entre la ciudadanía, otorgándole una amplia mayoría en el colegio electoral de compromisarios (306 de 538) que representan a los Estados de la Unión y que ha garantizado históricamente la unión de los Estados en torno a la figura presidencial.
El mensaje de América Primero tuvo su impacto porque en la percepción de los votantes de Donald Trump, las anteriores administraciones habían relegado a un segundo plano a los EEUU de base industrial y en el que los impuestos redundaban en los contribuyentes y no en guerras infructuosas para la nación.
Durante la Guerra Fría la política exterior basada en la defensa de un adversario de igual poder y con interés de subvertir el orden liberal mundial, justificaba los gastos fuera de la nación y la inquebrantable unión de los países de la OTAN, pero tras la desaparición de la URSS, nadie amenazaba ya al orden liberal sino que EEUU pretendió dominar el mundo, enfocándose singularmente en el Oriente Medio. Pero con el fracaso de las guerras en el Oriente Medio y la crisis financiera del 2008, la política de dominación global comenzó a lastrar a EEUU como nación.
En el año 2005 la globalización parecía una estrategia perfecta para Estados Unidos y las administraciones estadounidenses sólo querían para sí la tecnología, el IP y la marca, dejando los trabajos no cualificados a países como México y China. Las empresas internacionales norteamericanas han ganado miles de millones de dólares mediante la globalización, pero tras la crisis del 2008 la deslocalización impediría reactivar de nuevo el sector industrial, y el descontento con la globalización produciría una profunda fractura social.
Las empresas que con la deslocalización industrial anteponían sus intereses empresariales al interés de EEUU como nación comenzaron a ser cuestionadas, y China y México por ser las dos naciones que más empresas estadounidenses acogían se convertirían en las naciones a las que había que combatir porque en la percepción de una gran parte de la clase obrera norteamericana estas naciones estaban robándoles los puestos de trabajo. La administración de Obama pretendía ocultar este malestar ofreciendo unos buenos datos de empleo, pero que se ha visto que el elector en su experiencia cotidiana disentía del dato oficial de empleo, pues se ha desvelado la paradoja de que siendo los datos oficiales de desempleo en EEUU inferiores al 5% de la población activa, el mensaje de creación de empleo de Donal Trump ha tenido un amplio respaldo entre la clase obrera.
El fracaso de las políticas de dominación del Medio Oriente y de contención de Rusia, también han sido percibidas negativamente. Los ingentes gastos de guerra se han convertido en una empresa donde se han venido gastando cientos de miles de millones sin ningún resultado positivo, a ello se ha sumado la constatación de que mientras EEUU se compromete con el mayor gasto de la OTAN, el resto de naciones que la componen, excepto Gran Bretaña, incumplen sus compromisos de destinar un 2% del PIB a gastos defensa.
Este carácter altruista o quijotesco de EEUU de proteger a sus aliados mientras EEUU ha visto crecer la deuda soberana en un 70% bajo el mandato de Barack Obama, habiendo pasado de los 10,9 billones de dólares en el año 2009 a 18,5 billones en el 2016 superando el PIB de EEUUU, ha llevado a la administración republicana a definir un nuevo sistema de prioridades del gasto, basado en la reducción del gasto social y la reordenación de los gastos militares, gastando más en modernizar las fuerzas armadas de EEUU, principalmente de sus flotas navales y sistemas antimisiles, y gastar menos en el mantenimiento de estructuras militares como la OTAN.
En materia comercial, EEUU se orienta de una política basada en la promoción de tratados multinacionales de libre comercio a una política de tratados bilaterales de EEUU con cada nación, pues en palabras del propio Donald Trump, su experiencia personal es que las relaciones comerciales multilaterales son complejas, lentas y poco operativas, mientras que la basada entre dos naciones son más eficaces, lo que supone que EEUU preferiría establecer tratados por separado con las diferentes naciones de la UE lo que le puede impulsar a que EEUU vea con buenos ojos que otras naciones de la UE sigan el camino del Brexit.
En su relación con México, la nueva administración estadounidense está responsabilizando a México de sus propios problemas internos. La deslocalización industrial responde a una política de los empresarios estadounidenses de beneficiarse de los bajos salarios que pagan a los trabajadores mexicanos. Con la construcción de un muro de separación, EEUU está externalizando su incapacidad para evitar que haya empresarios en suelo estadounidense que quieren beneficiarse de la explotación de los inmigrantes ilegales. En cuanto al tráfico de drogas a través de la frontera externaliza también su incapacidad o laxitud para  combatir las redes de distribución interna de drogas y evitar la drogodependencia de una parte importante de su población que lo sitúa como el primer país del mundo en consumo de cocaína.
Si EEUU pondría fin a la ambición desmedida de gran parte de sus empresarios, y a la demanda de drogas de su población, los problemas de deslocalización de empresas, migración irregular y tráfico de drogas disminuirían radicalmente, de ello se beneficiaría no solamente la sociedad estadounidense sino también México, pues con el fin de la demanda desde EEUU de inmigración irregular y de drogas, México se libraría de las mafias de traficantes de drogas y debería orientar su economía al desarrollo interno de sus capacidades económicas. El fin de la demanda implica el fin de la oferta, esa es una regla económica inapelable, pero mientras haya demanda la oferta encontrará caminos para satisfacerla, sin muros y con muros.
En su relación con China, EEUU no termina de aceptar los cambios económicos globales como consecuencia de que otras naciones mejoran sus expectativas económicas. China tiene una renta per cápita de 8.000$ y EEUU de 55.000$ y los chinos pretenden mejorar su estatus económico y en la medida que lo hacen el peso del PIB mundial se redistribuye de diferente manera, pero EEUU no termina de admitir esta realidad. Los intentos de contención de China en nada van a beneficiar a EEUU, pues una parte importante de las ventas de sus productos los realiza en China. La arrogancia con la que el futuro nuevo secretario de Estado Rex Tillerson trató a China, al afirmar que EEUU impedirá a China utilizar las islas artificiales que construye en el mar meridional de China, aunque no dijo como la haría, son amenazas sin fundamento puesto que EEUU no tiene capacidad de evitar tal cuestión.
Si de lo que se trata es de crear tensiones en el entendimiento que la agitación política, tanto en el caso de México como de China, le va a otorgar una mejor posición negociadora a EEUU, es una tramposa estrategia que en las naciones que son muy orgullosas de su soberanía producen el efecto contrario, en el caso de México contribuyendo a unir a los mexicanos, y en el de China aumentando su sentido patriótico e impulsando al gobierno chino a aumentar su capacidad defensiva. Una lección que todavía EEUU no ha aprendido con Cuba que después de medio siglo de asedio el patriotismo cubano sigue invicto, y en el caso de Rusia, donde las sanciones no han hecho sino unir más al pueblo ruso en torno a la figura de su presidente.
En el Oriente Medio, la política de EEUU que según Donald Trump se va orientar a combatir al Estado Islámico, a la vez que legitima a Israel en su política de apartheid con el pueblo palestino, es rotundamente contradictoria. La fortaleza de Israel en la región, una nación de seis millones de habitantes, rodeada por otras de decenas de millones de musulmanes, está basada en la subordinación o la debilidad política, económica y militar de las naciones que le rodean, y a esa debilidad ha contribuido eficazmente la desestabilización de Irak y Siria, que es donde principalmente opera el Estado Islámico. La derrota del Estado Islámico en Siria e Irak, y la posible reconstrucción de esas dos naciones no resulta por lo tanto del agrado de Israel, ni tampoco de Arabia Saudita que ve como la ideología wahabista que patrocina la monarquía Saudí y de la que es participe el EI, se debilitaría en la región, además de que Irán se beneficiaria de dos poderosos aliados en la región como podrían ser una Siria e Irak pacificadas y con gobiernos laicos. EEUU está preso de sus alianzas en la región y mientras no las cambie, serán Arabia Saudita e Israel las que le marquen la pauta a seguir a EEUU y no a la inversa.
En su relación con Rusia, los cambios que propone Donald Trump de una distensión con este país también son difíciles de que tengan resultados debido a la oposición del actual gobierno Alemán a un acercamiento con Rusia por temor a un cambio en la política respecto de Ucrania, lo cual congela las relaciones e impide a su vez cualquier negociación entre Rusia y EEUU sobre el control de armas. La colaboración entre Rusia y EEUU posiblemente se limite a una coordinación en Siria para luchar contra el EI, particularmente ahora que el papel de EEUU en esa nación, tras el alto el fuego alcanzado entre los principales grupos rebeldes y el gobierno sirio con la mediación de Turquía y Rusia, le ha dejado un lugar marginal en las futuras negociaciones.
A pesar de que la nueva administración republicana pretende reorientar el enorme presupuesto militar hacia la modernización de sus fuerzas armadas a la vez que reduce los gastos de su despliegue mundial con cerca de 200.000 soldados en diferentes países, los lazos forjados de EEUU con sus principales aliados durante más de dos décadas, basada en la política de dominación global en la que EEUU corría con los principales gastos, será difícil de cambiar.

Una difícil encrucijada se le abre a EEUU bajo la doctrina Trump. La nación o el imperio primero, esa es la cuestión, cuando el mantenimiento a ultranza del imperio arrastra al declive a la nación. Esta tesitura ya se vivió en la campaña electoral del 2008, cuando tras los fracasos en Irak y Afganistán las propuestas de  Paz de Barack Obama se impusieron a las tesis belicistas del partido republicano. Sin embargo, Barack Obama traicionó sus propuestas de Paz, designó como secretaria de Estado a Hillary Clinton, quien ya se había posicionado en su día a favor de la invasión de Irak, y ambos se implicaron en un política de subversión y guerras en Oriente Medio y el Norte de África, principalmente contra Siria y Libia, que desestabilizó toda la región, creando un drama de refugiados que ha contribuido a desestabilizar también a la UE, dando lugar a fuerzas políticas nacionalistas que triunfaron en el Brexit, y avanzan en el centro, norte y este de la UE donde más se vive el drama de los refugiados.
El imperio terminó imponiéndose a la nación bajo el mandato de Obama. El principio de América Primero, surgió y triunfó por la rebelión de la América Profunda a ese fatal destino, y ahora, a pesar de las promesas de Donald Trump, de poner a la nación primero, no existen todavía las condiciones internacionales para que la política global de EEUU cambie.
Las élites estadounidenses más apátridas ligadas al mundo financiero-mediático del G7, tienen una visión diferente, y prefieren un gobierno global, en el que EEUU solamente sea un gendarme armado mundial para imponer los intereses de esta clase social al resto de naciones del mundo.
Los cambios que pueden hacer de EEUU una potencia respetuosa con el resto de naciones del mundo llegarán cuando otros participantes en el tablero geopolítico mundial adquieran la fortaleza económica, política y defensiva que impulse a EEUU, por su propio interés como nación, a abandonar sus ambiciones hegemónicas, será en ese momento cuando se podrá hablar de la formación del mundo multipolar.

Una cuestión a la que el exitoso empresario chino Jack Ma, se refirió en el reciente Foro económico de Davos. Ma criticó a EEUU por el "excedente" de atención que presta a los conflictos bélicos en otras partes del mundo considerando: "No importa hasta qué punto es buena su estrategia, sino que lo importante es que hay que gastar el dinero en tu propio pueblo". 


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18/01/2017

NOTICIA. El Foro Económico Mundial (FEM), en su cita anual iniciaría sus sesiones con la participación por primera vez del presidente de China.

Comentario

La integración económica mundial

En su cita anual en Davos (Suiza), el 47º Foro Económico Mundial (FEM) congregó a 3.000 destacados miembros de la política mundial, empresarios y científicos. Por primera vez, este foro ha contado con una nutrida representación de empresarios chinos encabezada por su presidente Xi Jinping, a quien correspondió pronunciar el discurso central el día de la inauguración el 17/01/2017.
En su análisis, el presidente chino consideró que la humanidad vive actualmente en un mundo de contradicciones en el que la globalización económica ha causado muchos problemas, pero  a su vez también está ofreciendo la oportunidad de un desarrollo mundial inclusivo. En ese escenario, urgió a las naciones a contrarrestar los impactos negativos y asegurar que sus beneficios lleguen a todos los países.
Por un lado, tenemos un crecimiento material y avances científicos y tecnológicos y la humanidad ha evolucionado más que nunca, por otro, tenemos conflictos regionales frecuentes, terrorismo y refugiados, pobreza, desempleo y una cada vez mayor brecha en los ingresos”. “Esta dualidad ha profundizado las incertidumbres en el mundo”. Diferenció dos modelos de globalización, la basada en la desregulación financiera internacional y la obtención de beneficios a través de la especulación, y que devino en la crisis financiera mundial, cuyas consecuencias las seguimos padeciendo, y por otra parte, la globalización que ha traído el crecimiento económico, facilitado la circulación de bienes y capitales, y promovido los avances tecnológicos e interacción entre ciudadanos de todo el mundo.
Globalización desregulada en base al interés de élites financieras, o por el contrario, una globalización que denominó inclusiva, basada en la paz entre las naciones, orientada a fomentar el desarrollo a través de la cooperación entre países desarrollados y en desarrollo, compartiendo los conocimientos, e impulsando la interconectividad de las infraestructuras, el comercio y las personas, sería la tesitura a la que se enfrenta la humanidad.
Xi Jinping apostaría por este modelo de globalización inclusivo o de integración económica mundial en la que China como segunda economía mundial, pretende ser una oportunidad para el mundo, poniendo como ejemplos: (1). el proyecto de la denominada Nueva Ruta de la Seda y la fundación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) que aspira a desarrollar la interconectividad del espacio euroasiático y la conexión efectiva entre oriente y occidente, y (2). la interrelación de la economía china con el resto de naciones, estando previsto que China en los próximos cinco años importe productos por valor de ocho billones de dólares, atraiga 600.000 millones de dólares de inversión extranjera, que su inversión en el exterior alcance los 750.000 millones, y que los turistas chinos realicen más de 700 millones de visitas al extranjero.
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Tras la crisis financiera del 2008 y con la emergencia de los principales países en desarrollo en el escenario económico mundial, particularmente de China, la formación del espacio económico mundo ha entrado en una nueva fase histórica.

Karl Marx (1818-1883) sería el primer intelectual que describiría como la formación de la economía mundial ha sido el aspecto principal que ha determinado la marcha de la historia mundial desde el siglo XVI. En el capítulo XXIV de su obra El Capital, describiría con crudeza la acumulación originaria de capital de los países de capitalismo emergente a expensas de la explotación de regiones del mundo. La formación de capital que dio lugar al funcionamiento capitalista industrial a gran escala precisó de una primera acumulación originaria, que no se produjo en el taller del artesano sino en la explotación de las colonias, principalmente a través de las sociedades mercantiles de los siglos XVI, XVII y XVIII. No obstante, se puede considerar, que el volumen o masa crítica de desarrollo del capitalismo para dar el salto cualitativo que le permitió regir indiscutiblemente los destinos económicos del mundo no se daría hasta la revolución industrial y las revoluciones liberales en el siglo XIX, afirmándose definitivamente el funcionamiento capitalista de las diferentes metrópolis que dominaban en régimen colonial amplias regiones del planeta que por su función subordinada en las relaciones económicas y el dominio político y militar de las metrópolis, constituirían la Periferia del Sistema Económico Mundial, hasta su progresiva emancipación política durante los siglos XVIII,  XIX y XX.
Otros intelectuales como Max Weber (1864-1920) en la obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo; Adam Smith (1723-1790) en La riqueza de las naciones; Karl Polanyi (1866-1964) en La gran transformación; e Immanuel  Wallerstain (1930) en su amplia obra sobre El Moderno sistema mundial analizarían este periodo, siendo Wallerstain quien acuñaría el término de Economía Mundo, para describir este proceso desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.
La formación de la Economía Mundo, o tal vez para ser más exactos La formación del espacio económico mundial, se ha desenvuelto en cinco grandes periodos: (1492-1815); (1815-1873); (1873-1945); (1945-1989) y 1989 hasta el siglo XXI, que responden a las diferentes concepciones de organización del espacio económico mundo.
El primer estadio, se corresponde con la gestación del sistema capitalista, y se inicia a finales del medievo de forma marginal en las ciudades europeas, y posteriormente desde el siglo XVI al XVIII, en el ámbito de los Estados absolutistas europeos, basado en el sistema denominado “Mercantilismo”, en el que los territorios de ultramar, distribuidos según áreas de influencia exclusivas de las diferentes metrópolis, contribuían al desarrollo económico de éstas.
El segundo, comprende el periodo 1815-1873 y corresponde a la formación de las naciones modernas y al desarrollo de las economías nacionales de los países que se incorporaban al desarrollo industrial, basado en el “Liberalismo Económico”, en el que perdió vigencia el sistema de protección comercial entre las metrópolis y sus áreas geopolíticas de influencia, y se impuso el desarrollo económico basado en el libre comercio mundial.
El tercero, pertenece al periodo 1873-1945, que se caracterizó por un retorno a las barreras proteccionistas comerciales entre los países que constituían el núcleo del desarrollo capitalista mundial, dando lugar al modelo de desarrollo capitalista imperialista basado en áreas de influencia en régimen colonial exclusivo, lo que propicio la disputa por el dominio de las mismas para su expansión económica, periodo en el que tuvo lugar la 1º y 2º Guerra Mundial, y donde se produce la primera desconexión geopolítica del sistema capitalista mundial  que dio lugar a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El cuarto, surge tras la Segunda Guerra Mundial (1945) y dura hasta la desaparición de la URRS (1989), periodo donde se conforman tres realidades geopolíticas diferentes: La primera formada por el núcleo desarrollado capitalista, donde se impone la colaboración económica, se establecen acuerdos e instituciones para el desarrollo económico en el ámbito mundial, que daría lugar al espacio del primer mundo. Una segunda formada por las desconexiones del sistema capitalista mundial de los países industrializados denominados de “socialismo real”, que constituiría el Segundo Mundo, y una tercera, formada por países marginales en el sistema capitalista mundial como América Latina, pero principalmente por las colonias o semicolonias que habían constituido hasta entonces la Periferia del Sistema Económico Mundial, que accederían masivamente a la independencia en la segunda mitad del siglo XX, poniendo fin al imperialismo colonial, dando lugar a las nuevas naciones que formarían el Tercer Mundo.
El quinto y último estadio, tras el final del imperialismo colonial y el derrumbamiento de la URSS, está protagonizado por la formación del espacio comercial mundial, el cual tiene como objetivo el final de las fronteras comerciales nacionales en unas relaciones de libre mercado.
Este estadio tuvo su punto de inflexión más importante con la incorporación de China como principal economía manufacturera mundial a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en el año 2001, pues supuso por parte de esta nación abandonar definitivamente el concepto de desconexión del sistema económico capitalista mundial como forma de construir un espacio económico global alternativo al mundo capitalista, que había predominado en las naciones de socialismo real desde la revolución soviética rusa en 1917 hasta el final de la URSS en la última década del siglo XX. En su alocución en el foro de Davos, Xi Jinping afirmaría que China también tuvo dudas sobre la globalización y no estaba segura si unirse o no a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hasta que definitivamente concluyó que la integración en la economía global representaba una tendencia histórica y finalmente abrazó el vasto mercado global. En el año 2012, Rusia el primer país desconexionado en 1917 del sistema económico global también se incorporaría a la OMC.
Desde sus inicios el crecimiento de la Economía Mundo se ha concentrado primero en las metrópolis coloniales y después en las naciones que con más éxito se incorporaron a la innovación tecnológica y las mejoras de la productividad técnica, siendo la nación líder indiscutible en este proceso desde la Segunda Guerra Mundial: EEUU, seguida de Alemania, Japón, Gran Bretaña, Francia e Italia, naciones que conforman el G7 y que han venido concentrando más de dos tercios del PIB mundial a pesar de representar solamente el 15% de la población mundial.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el grueso de la demanda efectiva global se ha concentrado en estas naciones quedando excluida de la misma el resto de la población mundial, lo que ha llevado a que el crecimiento económico se haya realizado en base a la elevación de necesidades de consumo de las sociedades desarrolladas creando y produciendo productos para la satisfacción de las mismas. La generalización del uso del automóvil dio paso a la reducción del periodo de renovación de los mismos, y el uso de una primera vivienda al uso de una doble residencia. Los ciclos de consumo por extensión y elevación de necesidades se fundamentan en la publicidad para dar a conocer los nuevos productos y en el crédito destinado a la compra de los mismos. En este proceso las empresas obtienen beneficios y las entidades financieras acaparan una parte de los mismos en forma de intereses concedidos de los préstamos concedidos tanto al empresario como al consumidor.
La crisis financiera del 2008 puso fin a este modelo de crecimiento por imposibilidad de iniciar un ciclo consumista basado principalmente en la generalización de la segunda residencia. El excesivo volumen de dinero prestado no podía ser devuelto en el grado necesario por el apalancamiento financiero de empresas y consumidores y sobrevino la crisis financiera, que se acentuó debido a la desregulación financiera internacional que permitió a inversionistas ocultar sus capitales en paraísos fiscales acentuando así la descapitalización de las entidades financieras.
La crisis fue de tal magnitud que por primera vez en la historia, las principales entidades financieras occidentales tuvieron que ser rescatadas con el dinero de los contribuyentes, y los Estados de los países desarrollados para mantener sus servicios públicos tuvieron que recurrir a un aumento desmesurado de la deuda soberana.
Las élites políticas y  financieras neoliberales interpretaron que la crisis sería limitada en el tiempo y por ello las medidas para paliar sus efectos como ha sido principalmente el aumento de las deudas soberanas también, en la consideración de que una vez retomado el crecimiento económico se produciría un aumento de los ingresos fiscales y con los mismos se podría reducir el volumen de la deuda, pero este optimismo neoliberal ha estado muy lejos de cumplirse. Después de ocho años, la debilidad del crecimiento económico en las sociedades desarrolladas impide reducir las deudas soberanas, por el contrario, el servicio de la deuda anual que debe pagarse preferentemente sobre el resto de gastos del Estado les obliga a reducir gastos públicos y aumentar impuestos lo que limita a su vez la demanda efectiva de los consumidores.
Paradójicamente, los principales beneficiarios del endeudamiento de los Estados son los inversionistas que contribuyeron a la descapitalización financiera en el año 2008 al poner a buen recaudo sus capitales en paraísos fiscales y que operan actualmente en el mercado de la deuda prestando a los Estados a través de fondos opacos internacionales.
La incapacidad de los Estados para gravar fiscalmente estos capitales debido a la desregulación financiera internacional, los ha convertido en un dinero improductivo por no estar destinado a fomentar el crecimiento económico sino a la especulación con las deudas soberanas y que, ante la falta de crecimiento, actúa como factor de empobrecimiento de las naciones desarrolladas. Un Estado que precise destinar a pagar el servicio de la deuda un porcentaje del PIB anual superior al porcentaje de crecimiento del mismo, se está empobreciendo.
La parálisis económica de los países desarrollados se está produciendo en una coyuntura en la que los países en desarrollo más importantes como China y la India, que concentran el 40% de la población mundial, pugnan por un creciente desarrollo. En el caso de China, que hasta la crisis financiera del 2008 había basado el crecimiento de su PIB principalmente en la exportación manufacturera a las sociedades desarrolladas, la prolongada crisis en los países desarrollados le ha obligado a cambiar a marchas forzadas su modelo de desarrollo, orientándose a una reforma estructural por el lado de la oferta para pasar de una economía manufacturera a otra de manufacturas y servicios, a la vez que impulsa el consumo interno como estimulante de la demanda efectiva, habiendo representado el sector servicios el 51,6% del PIB en el año 2016, siendo el sector que más crece con un incremento interanual del 7,8% frente al 6,1 del sector industrial y del 3,3% del sector agrario.
En conjunto el crecimiento económico de China ha sido en el año 2016 del 6,7% de su PIB y según las previsiones del Banco Mundial será en el 2017 del 6,5% y del 6,3% en el 2018, un crecimiento que constituye el 40% del crecimiento del 3% del PIB mundial que le convierte, en la actual situación de ralentización económica de los países desarrollados, en la nación más dinámica económicamente a pesar de seguir siendo un país en desarrollo.
Con relación a la productividad, China está muy por debajo de las ratios de los países desarrollados principalmente de los que como EEUU, Alemania y Japón cuentan con los mejores estándares de efectividad productiva, para compensar este déficit China ha venido basando su competitividad en el mercado manufacturero global en bajos salarios; sin embargo, en los últimos años China ha ido acortando diferencias, de tal manera que aun partiendo de cotas de productividad bajas las mejoras en la misma son relativamente mayores que sus competidores manufactureros como Japón, Alemania y EEUU, lo que supone, al partir de salarios más bajos, un incremento diferencial de su competitividad respecto de estas naciones, una ventaja que le está permitiendo mantener su alta competitividad y subir los salarios de su población. Unido a ello China se ha embarcado en el proyecto de convertirse en una nación innovadora habiendo sido en el año 2016, junto con EEUU, la nación con mayor número de patentes registradas, lo que le sitúa en el camino de cumplir su objetivo para el año 2025 de pasar en el terreno de las manufacturas del fabricado en China al hecho en China.
Esta situación de dinamismo económico de China y de estancamiento relativo de EEUU en el que la deuda soberana de esta nación bajo el mandato de Barack Obama se ha incrementado en un 70% habiendo pasado de los 10,9 billones de dólares en el año 2009  a 18,5 billones en el 2016 superando el PIB de EEUUU, está produciendo una fuerte convulsión en cuales deben ser los caminos a seguir para mantenerse como líder indiscutible en el escenario económico mundial. Y de nuevo, como tras las dos grandes crisis del capitalismo liberal, la de 1873 y la de 1929, la sombra del proteccionismo resurge como un mecanismo de defensa frente a los competidores globales.
El modelo económico de una economía mundo basada en el principio de que unas naciones ganen a costa de que otras pierdan, y de que unas lideren la economía mundial a costa de que el resto no prospere para evitar que su auge económico relegue el poder de las naciones dominantes, es lo que está en cuestión tras la crisis financiera del 2008 y la emergencia de China y de otras naciones que aspiran a su desarrollo económico soberano.
La crisis económica global no es una crisis limitada a la economía sino que es una crisis de ideas de cómo tiene que conformarse la economía mundo. La riqueza de las naciones ya no está en la confrontación para obtener beneficios unilaterales de unas a costa de otras sino de que cada una crezca desarrollando sus potencialidades y contribuyendo al desarrollo económico mundial, este concepto propuesto por China tiene más posibilidades de abrirse camino en las naciones en desarrollo que las ideas de excepcionalidad de algunas naciones sobre el resto cuyo mantenimiento solamente puede llevar a la confrontación.

La integración económica mundial, tiene que ser el destino final de la conformación de la economía mundo y las potencias económicas mundiales tienen la responsabilidad de iniciar el proceso apostando por desarrollarse contribuyendo a desarrollar el mundo.


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01/01/2017

NOTICIA. El 31/12/2016, el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU) aprobó por unanimidad el proyecto de resolución elaborado por Rusia y Turquía sobre el alto el fuego alcanzado en Siria.

Comentario

El nuevo paradigma sirio

La resolución 2236 del CSNU sobre el alto en fuego en Siria fue aprobada por sus 15 integrantes ratificando con ello los acuerdos alcanzados por mediación de Turquía y Rusia de un alto el fuego entre el ejército gubernamental sirio y diversas facciones armadas y el inicio de negociaciones en Astaná (Kazajistán), las cuales en la resolución se considera sean una parte básica "del proceso político sirio" y "un importante paso adelante para reanudar las negociaciones bajo los auspicios de la ONU" el próximo 8 de febrero en Ginebra (Suiza). Adicionalmente la resolución incluye una disposición que insta a las partes en conflicto a proporcionar al personal humanitario un acceso seguro y sin obstáculos para prestar ayuda a los ciudadanos sirios.

El 29/12/2016, el presidente ruso Vladimir Putin anunció la conclusión de un alto al fuego en Siria en el que Rusia y Turquía aparecen como los países garantes del mismo del que quedan excluidos los grupos calificados por la ONU de terroristas: el Estado Islámico (Daesh, en árabe) y el Frente Al-Nusra (actualmente Fath Al-Sham). El alto el fuego se realiza entre el ejército gubernamental sirio y siete grupos “rebeldes” que según el ministro de defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, representan a unos 60.000 yihadistas, estos son: 1. Faylaq al-Sham (4.000 combatientes);  2. Ahrar al-Sham (16.000 combatientes); 3. Yesh al-Islam (12.000 combatientes); 4. Suvar agi-Sham (12.000 combatientes); 5. Yesh al-Muyahidin (8.000 combatientes); 6. Yesh Idlib (6.000 combatientes), 7. Yabhat al-Shamiyah (3 000 combatientes), que ocupan principalmente la región de Idlib al noreste de Siria junto a la frontera con Turquía; por su parte, la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y de la Revolución (oposición siria en el exterior) anunció que apoya este acuerdo
La liberación de Alepo por parte del Ejército gubernamental y sus aliados principalmente Rusia, ha situado la guerra en Siria en un escenario totalmente nuevo creándose las condiciones para un alto el fuego. Los siete grupos rebeldes que combatían en Alepo junto con los jihadistas del Frente Al-Nusra (actual Fath Al-Sham), se han visto notablemente debilitados y la continuidad de la guerra solamente les podía deparar una derrota mayor; a ello se ha sumado el debilitamiento de sus apoyos internacionales debido al cambio político de Turquía que ha pasado de apoyar a estos grupos a promover la pacificación en Siria, y, por otra parte, el acercamiento entre Qatar y Rusia al haber acordado ambos países la participación de Qatar en un 19% en el capital de la empresa petrolera y gasística rusa Rosneft.
El cambio de la política de Turquía en Siria ha venido promovida principalmente por el interés del gobierno turco de restablecer las relaciones políticas y económicas con Rusia y que tuvo un acentuado giro en esa dirección tras el fallido golpe de Estado en Turquía en julio del 2016, del que el gobierno turco ha venido acusando a sus socios de la OTAN de estar tras el mismo.
La pérdida de confianza en sus socios ha situado al gobierno turco y a su presidente Erdogan en una situación de debilidad debido a sus varios frentes abiertos: 1. las posibilidades de desestabilización interna no están del todo cerradas por la enorme influencia en las instituciones turcas de la corriente política afín al clérigo Fethullah Gülen refugiado en EEUU y al que el gobierno turco acusa de estar detrás de la intentona golpista de julio; 2. el distanciamiento económico de la UE tras el anuncio de Bruselas del congelamiento de las conversaciones para la incorporación de Turquía que le ha obligado a tener que girar hacia el espacio euroasiático lo cual implica una mayor aproximación a Rusia; 3. el creciente número de refugiados sirios en suelo turco con el riesgo de prolongarse en el tiempo mientras dure la guerra en Siria, y 4. la guerra desatada del gobierno turco contra los movimientos independentistas kurdos dentro y fuera de Turquía que se configura como una guerra de larga duración.
Con el acuerdo con Rusia sobre la pacificación de Siria, Turquía cancela sus aspiración de derrocar al presidente sirio Bashar Al Asad y aboga por cerrar uno de los frentes de la política exterior turca, con ello, sella a su vez un claro giro hacia su entendimiento con Rusia y se aleja de sus socios de la OTAN y de Arabia Saudita con los que ha venido formando un frente común contra el gobierno sirio. Ahora sus prioridades tanto en Siria como Irak se limitan a debilitar las aspiraciones de autogobierno de los kurdos que lo considera como una base para la formación de un Estado Kurdo.
Con el acuerdo de alto el fuego entre los grupos armados y el gobierno Sirio se quiebra el frente armado opositor quedando dividido en dos grupos: los que aceptan deponer las armas y negociar un acuerdo político con el actual gobierno sirio y, del otro lado, el jihadismo irreductible radical formado por el Estado Islámico y Fath Al-Sham con los que no cabe negociación alguna sino solamente su derrota y capitulación incondicional.
La tan anunciada separación por EEUU de los denominados rebeldes armados “moderados” de los “radicales”, se ha conseguido no por los auspicios del gobierno estadounidense sino por la derrota de todos los grupos armados en Alepo que les ha obligado a romper la alianza que tenían mientras existía la posibilidad de ganar la guerra al ejército sirio.
Con la separación en caminos diferentes de los grupos “rebeldes armados” del jihadismo radical, las naciones que han venido patrocinando la insurrección armada en Siria, principalmente, Arabia Saudita, EEUU, Israel, Francia y Gran Bretaña, solamente pueden apoyarse en los combatientes del Estado Islámico y de Fath Al-Sham; lo cual, en el caso de las potencias occidentales no es factible, porque ya no es posible justificar ante su ciudadanía la insurrección armada en Siria con el apoyo a los grupos que siembran el terror en el mundo entero.
Con la llegada de la paz a Alepo se acaba el prolongado sufrimiento al que han estado sometidos sus habitantes como consecuencia de la guerra por parte de todos los bandos enfrentados, la paz se ha convertido en el bien más preciado en Siria y la que puede permitir que los millones de refugiados sirios en otros países puedan volver a su patria, ello, sin duda, será un factor de enorme peso en las negociaciones en Astaná y posteriormente en Ginebra.
La reacción de las fuerzas jihadistas y de sus patrocinadores a su derrota en Alepo y al alto el fuego alcanzado entre las fuerzas opositoras sirias y el gobierno sirio bajo el patrocinio de Rusia y Turquía, no se hizo esperar, con el asesinato el 20/12/2016 del embajador de Rusia en Ankara, y con el atentado el 01/01/2017 en el club nocturno Reina de Estambul (Turquía) en el que murieron decenas de asistentes a la fiesta de final de año. Sin embargo, estos atentados que pretenden torcer la determinación de Turquía y Rusia de su acuerdo para pacificar Siria, no tiene posibilidades de éxito, porque estas dos naciones han entrado en un entendimiento estratégico del que no van abdicar, y porque no es posible claudicar al chantaje del terror.
La eficaz ayuda militar de Rusia al ejército gubernamental sirio y su capacidad para superar todos los intentos de fuerzas hostiles por descarrilar el entendimiento con Turquía, ha dejado sin iniciativa política a EEUU en la región. El anuncio por parte de Rusia de que  la actual administración estadounidense, que finaliza su mandato el 20 de enero, quedaba excluida de las conversaciones previstas en Astaná ha supuesto un duro revés para la diplomacia estadounidense; inesperadamente EEUU, que había mantenido la iniciativa en todos estos años en el conflicto sirio, perdió su relevancia en el mismo,  a su malestar y perplejidad le sucedió una fuerte reacción para intentar ocultar esta imagen de exclusión ante su ciudadanía con el anuncio del presidente Barack Obama de la expulsión de varios diplomáticos rusos de EEUU bajo la infundada acusación de intromisión en la campaña electoral estadounidense, una afrenta que Rusia ha preferido declinar a la espera de la política de la nueva administración entrante.
Aunque, el apoyo, con posterioridad a estos acontecimientos, de EEUU, Francia y Gran Bretaña a la resolución 2236 del CSNU que legitima la iniciativa de Rusia y Turquía en el inicio de las negociaciones en Astaná, supone ya un reconocimiento implícito de su incapacidad para cambiar la marcha de los acontecimientos en Siria.
En todo momento el conflicto sirio ha tenido una proyección geoestratégica para las principales potencias implicadas, y los cambios políticos experimentados han ido cambiando el papel de cada una de ellas, Turquía se ha alineado con Rusia y ambos han ocupado un lugar central en la región, mientras que EEUU, Francia, Gran Bretaña, Arabia Saudita e Israel han perdido gran parte de su iniciativa, y a pesar del interés de Arabia Saudita e Israel de perpetuar la desestabilización en  Siria e Irak para impedir que recuperen su fortaleza como naciones, pues ello debilitaría su poder en la región, sus opciones son limitadas, pues el único agente desestabilizador que puede quedar sobre el terreno es el denostado Estado Islámico al que ya no es posible justificar ningún tipo de apoyo, lo cual debiera llevar a que se produzca un entendimiento entre las naciones de la OTAN y Rusia para alcanzar un acuerdo de pacificación en la región sobre la base de la derrota del Estado Islámico.
Tal vez, a la nueva administración entrante en EEUU y a su presidente Donald Trump le concierna esa misión, a pesar de los intentos de la actual administración saliente de romper todos los puentes con Rusia.