23/03/2017
NOTICIA. El 22/03/2017, el secretario de
Estado de EEUU, Rex Tillerson, afirmó que la derrota del Estado Islámico es el
objetivo número uno en la región del Oriente Medio.
NOTICIA. El 23/03/2017, el Estado
Islámico se atribuyo la autoría del atentado en Londres que costó el día
anterior la vida a cuatro personas y ocasionó decenas de heridos.
Comentario
La inconsistente lucha de EEUU contra el Estado Islámico
El
22/03/2017, el Estado Islámico puso en Londres un eslabón más a su cadena de
atentados en ciudades europeas, que en los tres últimos años han dejado en
Francia, Alemania y Bélgica numerosas víctimas.
Ese mismo
día, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, en la cumbre celebrada en Washington
de la coalición de países que combate al Estado Islámico principalmente con
medios aéreos, declararía: “Reconozco que hay muchos problemas importantes
en Oriente Medio, pero derrotar al Estado Islámico es el objetivo número uno de
Estados Unidos en la región”.
Tillerson,
explicó que el Estado Islámico perdió en 2016 unos 50.000 km2, un 23%
del territorio que ocupó en Siria e Irak desde el 2014; que el flujo de
terroristas extranjeros a Siria e Irak ha disminuido un 90%, y que un millón y
medio de personas ha podido regresar a sus hogares. Se mostró partidario de
aumentar la presión sobre el Estado Islámico y Al-Qaeda y establecer zonas
provisionales de estabilidad para permitir que los refugiados regresen a sus
países. Respecto a los objetivos de la coalición en la región afirmó que no
existe interés en obtener beneficios económicos sino que el único fin que le
guía a EEUU es acabar con el Estado Islámico.
Las
palabras de Tillerson podían ser acogidas con satisfacción sino estarían en
contradicción con lo que ha sido la práctica de la política de la coalición
internacional liderada por EEUU en los últimos años. Los éxitos destacados
en la lucha contra los grupos jihadistas, que ha permitido situarlos a la defensiva
y crear zonas de paz como ha sucedido en Alepo dando oportunidad de retornar a miles
de refugiados, no ha sido obra de la coalición internacional sino de la lucha
del ejército regular sirio con el apoyo de Rusia e Irán.
La
coalición encabezada por EEUU ha estado llevando a cabo ataques aéreos contra
las posiciones del Estado Islámico pero con escasa incidencia por no estar
coordinados con fuerzas desplegadas sobre el terreno, cuestión que en el caso de
la intervención de Rusia en Siria si han sido eficaces al formar parte de una
estrategia de lucha unificada con el ejército sirio, lo que ha permitido
reconquistar territorios y ciudades en manos del Estado Islámico y el Frente Al
Nusra.
Tampoco
en las acciones de EEUU ha estado claro si el enemigo principal en Siria eran
los grupos jihadistas armados o lo era el gobierno sirio. En los últimos años
bajo la administración de Obama, la coalición liderada por EEUU ha estado más
preocupada por derrocar el gobierno sirio que en acabar con el jihadismo radical,
incluso la acción armada de los diferentes grupos jihadistas se veía como
positiva porque suponía el retroceso del ejército sirio, lo que llevaría al
antiguo ministro de exteriores galo Laurent Fabius a afirmar en diciembre del 2012
que “al-Qaeda está haciendo un buen trabajo en Siria”.
La
derrota del Estado Islámico y de al Qaeda no solamente precisa de una derrota
militar sino que debe serlo también en el plano financiero e ideológico, lo
cual exige un plan de acción integral que ataque las bases de la financiación
jihadista, los apoyos externos y sobre todo el combate a la ideología
extremista inspirada en el wahabismo. Mientras esa ideología antihumana no sea
erradicada, al igual que en su día lo fue el nazismo por consenso de toda la
humanidad, el terrorismo jihadista seguirá vigente. El primer beneficiado de
esa victoria ideológica sería el Islam como religión de paz, lo que a su vez
permitiría erradicar la islamofobia. Sin embargo, hasta ahora, esa lucha
ideológica no se realiza con eficacia, tal vez, porque quienes persiguen el
enfrentamiento entre musulmanes prefieren que la cultura de la jihad no se
extinga.
Si fueran
ciertas las palabras de Tillerson de hacer de la derrota del Estado Islámico el
objetivo principal ¿que es lo que impide
crear un frente común como lo propone Rusia contra el Estado Islámico y Al
Qaeda en Siria y ampliarlo a Irak y Libia?, lo cual no solo posibilitaría unir
fuerzas, sino que abriría un nuevo escenario político que permitiría consensuar
en el CSNU una acción militar efectiva con la implicación de todos sus miembros,
incluida China.
La
respuesta a esta incongruencia se encuentra en que no es verdad que los
intereses de la coalición internacional como dice Tillerson tengan como
objetivo principal acabar con el Estado Islámico, sino que EEUU, Gran Bretaña
y Francia ambicionan a su vez a reinstaurar un dominio colonial principalmente
en Siria y contener a Rusia e Irán en la región.
Desde el
punto de vista militar, lo más eficaz sería aparcar las diferencias hasta
conseguir la capitulación incondicional del Estado Islámico y posteriormente
abrir un proceso político que permitiría reinstaurar la soberanía territorial y
constitucional en Siria e Irak y la vuelta de los refugiados a sus hogares.
Mientras
no se avance en ese proceso, las declaraciones de EEUU carecerán de toda
credibilidad.
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14/03/2017
NOTICIA. El 14/03/2017, culminaron las
sesiones anuales de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y de la
Asamblea Popular Nacional
Comentario
Los
caminos de la confrontación
Las
sesiones de las dos instancias políticas más importantes de China, consultiva y
legislativa, que se celebran una vez al año con una duración de dos semanas, se
han realizado en medio de las incertidumbres creadas en el panorama
internacional tras el anuncio de la nueva administración republicana de EEUU de
adoptar una política comercial proteccionista y de contención política y
económica de China.
De manera
diferente, la orientación política emanada de las dos asambleas nacionales de
China ha sido continuar con su proceso de reforma y apertura para trabajar
con la comunidad internacional en base a la cooperación y el beneficio mutuo.
La orientación geopolítica mundial parece delimitarse claramente entre
la política de la confrontación buscada principalmente por EEUU, y la
política de la colaboración con el propósito de construir una comunidad
internacional de futuro compartido que tenga como núcleo buscar
la paz y la prosperidad para el conjunto de la humanidad.
Los
geoestrategas occidentales, en los que predomina la mentalidad decimonónica
darvinista del éxito del más fuerte, juzgan la relación entre naciones bajo ese enfoque y, por ello, no cabe en su concepción civilizatoria, que pueda ser
genuina la intención de China de pretender un futuro de paz y prosperidad
compartido por todas las naciones del mundo, considerando que China está
formulando estrategias para destronar a EEUU y dictar un nuevo orden mundial
mientras se produce un traspaso del poder de Occidente a Oriente.
La
consideración Occidental de que la confrontación es lo que le ha permitido
alcanzar su estatus predominante económico y militar global, se sustenta en el
resultado victorioso de su lucha con la URSS, y en la supremacía alcanzada
sobre el resto de naciones en el terreno científico, técnico, económico y
militar.
El propósito de china de alcanzar una comunidad de futuro
compartido no entra en los planes de Occidente. Para la mentalidad
occidental el escenario mundial sigue dividiéndose en dos mundos, el
mundo libre, y el resto de naciones. El mundo libre, liderado
por EEUU, es el de la libertad y los derechos humanos y el que encarna la parte
de la civilización más avanzada de la humanidad. El otro mundo es
considerado dominado por gobiernos totalitarios y corruptos, que no hacen nada
por sus pueblos ni por cambiar las costumbres atrasadas de los mismos.
Desde esos postulados, se entiende que los avances en los países en desarrollo no pueden
venir de la mano de sus gobiernos sino que deben realizarse a través de Organizaciones
no Gubernamentales (ONG) principalmente occidentales. Dentro de ese concepto,
la USAID
es el proyecto estadounidense más extendido entre los países en desarrollo.
Algunas ONGs
occidentales, con el apoyo de los grandes medios de comunicación, han pasado a
ser entre la ciudadanía la máxima autoridad en las denuncias contra los
gobiernos de los países que no se alinean con las políticas de los países
desarrollados, con informes siempre negativos en derechos humanos, lo cual
alimenta el sesgo de excepcionalidad occidental para exportar al mundo “no
libre” los supuestos valores universales occidentales, y justifica la
injerencia y las intervenciones militares cuando se realizan bajo la supuesta “noble
causa” de derrocar regímenes dictatoriales, como se hizo en Afganistán,
Irak y Libia.
Bajo ese
punto de vista, el destino de la humanidad debe ser que el mundo esté dirigido
desde las metrópolis occidentales; en las naciones que no aceptan esta premisa se
persigue sin descanso subvertir los gobiernos “rebeldes” por gobiernos
tutelados, el campo de la colaboración está restringido al ámbito de las
relaciones económicas, pero según los casos, las mismas también pueden ser
instrumentalizadas mediante sanciones o bloqueos como elemento de presión
política.
En el
periodo de la Guerra Fría, el destino de la humanidad se fraguaba en base a dos proyectos globales, el liberal y el
socialista, pero con el fin de la URSS no existe ninguna potencia que
cuestione el mundo liberal, sin embargo, Occidente ha persistido en su
objetivo de regir el mundo bajo patrones liberales desde la nación que se
convirtió al final del siglo XX en la primera potencia mundial: EEUU.
Tal
objetivo ha requerido de un despliegue militar global. EEUU tiene un
presupuesto militar de 560.000 millones de dólares, que es nueve veces superior
al de Rusia y cuatro veces superior al de China, aunque paradójicamente su
capacidad defensiva no resulta más eficaz que la que tienen Rusia y China. Ello
es debido al concepto de dominio global que le obliga a tener cientos de bases
militares fuera de sus fronteras y un despliegue de flotas armadas en todos los
océanos del mundo, mientras que Rusia y China limitan sus gastos militares casi
exclusivamente a la protección de sus fronteras terrestres y marítimas.
Sin
embargo, el proyecto de dominio neoliberal mundial que pretendió en el presente
siglo cambiar el mundo a través de la confrontación solo ha dejado tras
de sí caos en las naciones que ha intervenido más activamente. Sus
intervenciones en Afganistán, Irak, Libia, Siria y Ucrania, bajo la bandera de
la exportación de los derechos humanos, contra denostados regímenes por la
prensa occidental, ha devenido en una enorme catástrofe humanitaria que suman
cientos de miles de muertos, millones de refugiados y países devastados.
Estas
experiencias debieran ser suficientes para demostrar que los caminos de la confrontación se han convertido en caminos sin salida que en ningún
caso sirven al propósito de buscar la paz y la prosperidad para el conjunto de
la humanidad; pero todavía es muy pronto para que las sociedades occidentales
saquen esas conclusiones. El pensamiento político occidental tanto en los
partidos de derecha como de izquierda siguen anclados en el concepto neocolonial del excepcionalismo
occidental que antepone, el derecho a las injerencias en otros países, al respeto de la soberanía de las naciones; en el siglo XIX lo fue bajo
la bandera de la exportación de la civilización occidental y actualmente bajo la bandera de exportación de la democracia liberal,
lo que obliga a las naciones consideradas rivales principalmente a China y
Rusia a aumentar sus potencialidades defensivas.
Hay un
recorrido que la humanidad inevitablemente va a tener que transitar, entre
quienes siguen aferrados al camino de la confrontación bajo la premisa
de una rectoría mundial desde las metrópolis occidentales, y quienes trabajan
por construir un camino de destino común compartido basado en el respeto entre naciones.
Este segundo camino tiene más posibilidades de abrirse paso principalmente
entre los principales países emergentes y países en desarrollo quienes deberán
ir forjando un frente común de personas y naciones en base a esa premisa, y en
la medida que esta opción cobre fuerza, el camino de la confrontación se
debilitará.
El destino de la humanidad solo puede ser el del de un destino común compartido o no lo será.
El destino de la humanidad solo puede ser el del de un destino común compartido o no lo será.
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01/03/2017
NOTICIA. El Brexit y el abandono de
EEUU de los tratados multilaterales de comercio, sume en el desconcierto a los
dirigentes europeos.
Comentario
La confrontación en el centro del sistema neoliberal
Con gran
perplejidad el mundo contempla como el sistema liberal, triunfante tras
la desaparición de la URSS, se desangra en luchas intestinas de sus élites
dirigentes, y que han cobrado un inusitado clímax tras la llegada de Donald
Trump a la presidencia de EEUU. El ruido abrumador de la mayoría de los medios
de comunicación occidentales en contra de estos cambios, no esperados, sorprende cuando
lo es contra los gobiernos del Reino Unido y de EEUU las dos naciones líderes
del mundo liberal.
En menos
de medio año, desde el 23/06/2016 que se celebró el referéndum en Gran Bretaña
para decidir su salida de la UE, y el 08/11/2016 que tuvieron lugar las
elecciones presidenciales en EEUU, el centro del sistema neoliberal
formado por las potencias del G7 ha sufrido un profundo cambio.
La
globalización económica que se presumía imparable y que iba a tener un fuerte
impulso con el TTP y el TTIP, de pronto, se ve frenada por sus principales
impulsores: EEUU y Gran Bretaña. Los actuales dirigentes europeos liderados por
Alemania, se han posicionado claramente en contra de estos cambios, aunque
pasado el primer momento, que puede durar unos meses, es posible que la propia
UE, reflexione sobre un cambio de rumbo hacia un modelo en el que las naciones
vuelvan a disponer de mayores competencias lo que significaría un cambio en el
Tratado de Lisboa, que daría lugar a una UE de diferentes velocidades en la que
el euro se mantendría como principal seña de unión.
El
01/03/2017, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la
presentación, en Bruselas, del Libro Blanco sobre El Futuro de Europa, señalaría que “La Unión ha estado
por debajo de las expectativas en la peor crisis financiera, económica y social
en la historia de la posguerra”, una autocrítica que viene a reconocer el
carácter estructural de la crisis del modelo neoliberal iniciada el 15/09/2008 con la quiebra en EEUU del banco de inversión Lehman Brothers.
Más de
ocho años esperando un cambio de rumbo positivo en las economías de los
principales países desarrollados, pensando que la crisis del 2008 era una crisis
cíclica y, como tal, pasado un tiempo remitiría. Un diagnóstico que ha hecho
que las principales economías desarrolladas, principalmente, EEUU y Japón se
hayan endeudado hasta superar su PIB, en la consideración de que la crisis por
ser cíclica y no estructural volvería a la senda del crecimiento
y con el mismo aumentarían los ingresos fiscales en la cantidad suficiente para
mitigar las deudas soberanas.
Ocho años
que han coincidido con la presidencia de Barack Obama en EEUU, negando la realidad
de un crisis estructural a la que se ha intentado sortear ganando tiempo con
medidas de flexibilización cuantitativa, un incremento de la deuda soberana de
un 70%, y la promoción de los tratados de libre comercio, pero que, al final,
estas políticas no han podido ocultar la realidad social de que 49 millones de
ciudadanos estadounidenses estén fuera del mercado laboral y más de 43 millones
de personas tienen que recurrir al cupón gubernamental de comidas para
sobrevivir. En la UE, durante este periodo el desempleo y la deuda en los
países del Sur de Europa, ha aumentado considerablemente.
La enorme
acumulación de capital realizada en los años anteriores a la crisis del 2008,
no desapareció con la crisis, sino que pasó a ocultarse en la sombra acentuando
así la quiebra de bancos y empresas, posteriormente ese dinero ha venido
aflorando principalmente como financiador de las deudas soberanas, habiéndose
convertido en un dinero destinado a la especulación.
La
ciudadanía ha comenzado a percibir el carácter estructural de la crisis
económica y, con ello, a considerar de
equivocadas las políticas de deslocalización industrial, y de fraudulento que
los beneficios empresariales amparados en una desregulación financiera
internacional puedan ser ocultados fuera del alcance fiscal de los Estados.
En este
recorrido, la crisis económica ha ido creando una dualidad de intereses que han
conformado diferentes grupos de poder dentro del sistema liberal mundial,
por una parte, la élite que se beneficia de la desregulación financiera
internacional y de la especulación financiera, y que no tiene ningún
interés en abandonar su supremacía económica mundial, en la que se encuentra de
manera destacada el magnate especulador George Soros, muy ligado al clan del
partido demócrata de Hillary Clinton y Obama, por otra parte, en oposición a
estas élites han ido apareciendo empresarios de vocación nacionalista que han encontrado su apoyo en el descontento de las clases trabajadoras.
En una
situación de bonanza económica estas diferencias quedan mitigadas, tal y como
sucedía antes de la crisis del 2008, pero después de una crisis prolongada en
la que se percibe que la globalización arrastra al declive a la nación, las
diferencias surgen con fuerza. Ello ha sucedido en EEUU y Gran Bretaña y está
sucediendo en Francia, pero no, por ejemplo, en Alemania quien, como importante acreedor, es el principal
beneficiario de las deudas de otras naciones de la zona euro, y a pesar de ser
el país que más fuerte mantiene su apuesta por la unión, siempre ha estado en
contra de la mutualización de las deudas soberanas.
Hay una
lucha de grupos de interés, liderado en un caso por las elites financieras
globalizadas partidarias de los tratados de libre comercio TTP y TTIP que
tienen sus principales aliados en EEUU dentro del partido demócrata y, en la UE
en Alemania y en la Comisión Europea. En el otro extremo aparecen fuerzas
políticas resueltas a rehacer sus economías nacionales a través de medidas
proteccionistas y un sistema de tratados comerciales bilaterales que les
permita regular el comercio desde el gobierno de la nación, sin estar sujetos a
regulaciones multilaterales e instituciones supranacionales.
Dos
modelos que tienen en la política un campo fructífero de confrontación en la
que las élites financieras globalizadoras cuentan con el principal instrumento
de influencia política: los medios de comunicación, que en el caso de EEUU han
pasado de estar el 90% de los medios de comunicación en manos de cincuenta
compañías en 1983 a solo seis empresas en la actualidad, que son las que, en
nombre de la libertad de expresión, deciden lo que los estadounidenses escuchan
y ven.
La lucha
política mediática tuvo un claro
exponente en la campaña del Brexit, donde la inmensa mayoría de estos medios se
posicionaron en contra de la salida de Gran Bretaña de la UE; también lo
tuvieron en la campaña electoral presidencial en EEUU, en la que apoyaron sin
paliativos a la candidata demócrata Hillary Clinton.
En esta
lucha, la derecha política europea se está fraccionado debido a la aparición de
nuevas corrientes que pretenden una recuperación nacional de competencias en
materia económica y de inmigración, mientras que la derecha tradicional
conjuntamente con la socialdemocracia se alinean con la política económica favorable
a las élites financieras representadas institucionalmente en la Comisión
Europea con Jean-Claude Juncker al frente, aunque en la izquierda al igual que
en la derecha están surgiendo tendencias que cuestionan también las políticas
económicas seguidas hasta ahora por la UE.
En la actual
situación de la economía mundo la apertura comercial global, con
independencia de que este regulada mediante tratados bilaterales o
multilaterales, es la base para el crecimiento económico mundial, sin embargo,
el aspecto negativo de la globalización ha venido determinado porque tras la
crisis del 2008 la desregulación financiera internacional ha favorecido la
formación de una elite financiera especulativa mundial que se opone
abiertamente a que los Estados tengan competencias fiscales sobre su capital
que permitiría traducirlos en renta consumo y renta inversión productiva.
Apertura comercial y regulación financiera internacional constituyen los ejes que pueden posibilitar el crecimiento económico mundial con un desarrollo socioeconómico interno estructurado en cada nación.